Carta 6

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Hola, JongIn:

Mis manos tiemblan, pero no de dolor, sino de los nervios que me causaron tu presencia tan cercana. No puedo escribir bien de la emoción, siento que en cualquier momento mi corazón saldrá del cuerpo. Mi respiración está aún acelerada, aunque no importa ir al hospital y quedarme ahí días enteros.

¿Por qué de todos los días que tienes disponibles tuviste que escoger exactamente cuando yo me dispuse a ir para tomar una taza de café?

¿Acaso eres un mago o un brujo que con su bola de cristal adivina lo que mi mente piensa?

No sé qué método utilizas, dios, te aviso que lo estás haciendo muy bien, Kim JongIn, tan bien que estás provocando que mi cuerpo se paralice en tiempo récord. Sabes, me gustó que hayas estado solo tú, sin acompañantes. Disfrutar la experiencia a unos cuantos metros es impresionante.


Un lunes con un cielo nublado fue un buen motivo para salir a beber algo, la mañana lucía muy tranquila a pesar de ser inicio de semana. Mis padres y hermano salieron desde muy temprano a comprar cosas para las visitas que tendremos. A pesar de estar solo, no tengo ningún problema de andar por la calle con mi silla de ruedas, los médicos pueden decirme lo que quieran, al final de cuentas, yo decido si quiero seguir viviendo o no.

Después de colocarme en la silla correctamente, me dirigí hacia la puerta principal. Con algunos topes y uno que otro golpe en las rodillas, al fin estaba en la banqueta. El señor Steve vio a lo lejos mis intenciones, cruzó la calle rápidamente dándome un zape por hacer tonterías según él. Estando dentro del lugar, amablemente el viejo me ofreció su rockola, no lo pensé dos veces y escogí una canción de los ochentas, maldito vecino con sus gustos pegajosos.
Con mi estilo único, comencé a mover las manos simulando compases de música disco, la gente que se encontraba ahí al parecer no les molestó mi gusto elegante, al contrario, algunos hasta bailaron en la plataforma de madera con movimientos bastante energéticos, si estuviera en mi habitación pensaría que están imitando pasos de tap.

Al concluir una larga tanda de canciones toda quedamos exhaustos, el dueño comenzó a contar algunas cosas que le sucedieron en la semana mientras le daba sorbos al café entre mis manos. Al mencionar la palabra "cita", mi interés por la charla creció, sin embargo, no contaba con que alguien llegara justo en ese momento.

El tintineo de la campana anunció llegada de un cliente, mi silla daba la espalda a la puerta del local, así que no podía ver al susodicho. Un mesero prácticamente corrió a atender llevando la carta junto con unas galletas de chocolate, cortesía de la casa. Alcancé a escuchar un "gracias" bastante cordial, mi subconsciente me decía, no, más bien me gritaba que diera media vuelta. Por primera vez hice caso y accedí a encontrarme con una cara conocida bebiendo té rojo con galletas.

Debía ser una hermosa, vergonzosa y muy mala jugada del destino... Kim JongIn, o sea, tú estabas a una mesa de mí. No podía creer lo que mis ojos grandes veían, una sensación rara sentí por todo mi cuerpo, al parecer toda la sangre subió de golpe a mi cara porque juro que ardía como no tienes una idea.

No pude más, decidí huir por la parte trasera lo más rápido que pude con el corazón a mil. Escuché al señor Steve hablarme, teniendo de vuelta toda mi falta de atención, solo quería salir de ahí lo antes posible.
Jamás pensé que iba a ser tan difícil mantener la mirada en ti, no es lo mismo una calle a una mesa de distancia. Por las noches, imagino estar contigo platicando nuestras vivencias al calor de una fogata en medio de un bosque, sentados en la banca de un parque o ver películas del género que más te guste mientras devoramos comida grasosa.

Ahora veo que soy un completo cobarde, debí quedarme como un comensal cualquiera y no huir como Cenicienta a la media noche, temo que me queda claro que sí en algún momento la vida te pone enfrente de mí como tanto lo he pedido, la vergüenza es lo que saldría a relucir. No comprendo, a este paso jamás lograré el objetivo de mis cartas.

El señor me alcanzó hasta mi cuarto poco tiempo después de lo ocurrido, me hizo una serie de preguntas, haciéndome sentir en un interrogatorio después de haber cometido un crimen. Lo entiendo, él siempre se ha comportado como un segundo padre para mí, comprendo que esté preocupado por mi estabilidad emocional, el bombardeo de cuestionamientos provocó en mí la ansiedad escondida, a lo que preferí no contestar ninguna pregunta.

Mi madre llegó bastante estresada por una discusión de vecinos que nunca falta en las reuniones de cada mes, el dueño de la cafetería se rindió al ver que no iba a ceder a abrir la boca, eligiendo irse a su negocio. En algún otro momento lo sabrá, no sin antes contárselo a mamá primero, hay prioridades. Ahora que lo pienso, no sé cómo reaccionaste al ver a un loco en silla de ruedas alejándose a toda velocidad, como si un ejército corriera tras de él para ejecutarlo. Si fuera yo, obviamente me echaría a reír escandalosamente por tal espectáculo sacado del circo o en el peor de los casos, ni siquiera te diste cuenta del suceso como el resto de los demás días. Aun así, no pierdo la alegría que mi alma siente mientras redacto la carta, recién me doy cuenta que solo me quedan cuatro hojas, eso significa que me siento obligado a ir al centro de la ciudad a comprar lo que me haga falta.

Realmente, si pudiera brincar de la emoción, lo haría. Nada podrá quitarme este bello recuerdo del primer encuentro cercano al hombre ideal, según yo. Te agradezco que hayas pasado al local para cumplir uno de mis sueños.


¡Gracias JongIn!

Te admira


Doh KyungSoo

Doh KyungSoo

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¡Feliz Navidad!

Gracias a todos los que leen esta sencilla historia, deseo de todo corazón que se la pasen muy bien en estas fechas.

Sean pacientes, JongIn aparecerá pronto.

Liz 

Cartas a Kim JongIn [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora