Carta 3

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Nonhyeon-dong, Seúl, Corea del Sur.

15 de Julio, 2019.


Hola, otra vez...

Hoy me encuentro muy feliz al escribirte esta carta. Finalmente, después de dos semanas, escucho por primera vez tu nombre. No sabes la emoción que me da saber un dato más que me acerca a ti.

Me encontraba sentado relajado al lado de la ventana, mi mama me ayudó a caminar hacia una vieja mecedora que nos obsequió mi abuela cuando se enteró de lo que padezco. Ahora que analizo bien la situación, pareciera que yo soy el abuelo, qué patético. Me aburre estar acostado y sentado todo el tiempo, trato de incorporarme y caminar por mi propia cuenta, no quiero darme por vencido y dejar que los doctores me invadan de diagnósticos depresivos haciendo mi martirio más grande. Tontos médicos bajando mi autoestima, se supone que deberían darme ánimos. El doctor Daehyun es el único que aconseja en seguir mi tratamiento. Por él, sí vale la pena seguir y, obvio, por mis padres. Suelo desviarme mucho del tema, sin embargo, era necesario explicarte con detalle cómo me siento al respecto.

La tarde transcurría con total normalidad, los carros no dejaban de transitar con rapidez haciendo que esta calle sea una de las más peligrosas de toda la ciudad, algún día habrá un muerto al pie de mi puerta. Suena grotesco y es la verdad.

Recién tomaba mi antiinflamatorio de cada ocho horas, sentí un poco de paz interior al ver algo de mejoría en mi cuerpo. Mientras sostenía mi jugo de naranja, observé la cafetería y a los clientes que disfrutaban de las diversas bebidas y postres que se preparan allí. El señor Steve, así se llama el dueño; lucía bastante nervioso. Al parecer, eran tantas las personas que entraban al punto de no darse abasto. Pobre hombre, no voy a negar que sentí preocupación.

Después de un largo rato, la escena se volvió aburrida para mí, estaba harto de ver lo mismo. Decidí llamar a mi madre para retornar a mi cama, sin embargo, como por arte de magia, apareciste otra vez como el sol en una larga temporada de lluvia, radiante y hermoso.

Mi corazón saltó de alegría en cuanto te vi, no sabes las ganas que tuve de poder salir, saludarte y saber cómo estás. El color otoñal de tu gabardina daba el aspecto de un modelo profesional en revistas de moda. El pantalón de vestir negro no es para dejarlo de lado, las perfectas líneas de planchado que resaltan son sinónimo de una persona que cuida el aspecto de su vestimenta, eso me puso a dudar bastante en tu estado civil, pero eso no importa ahora. Aun quiero pensar que estás libre y sin compromisos. Los zapatos... ni se diga. El charol mostró el contraste justo al juego de prendas. Tu pelo castaño me atrapó en cada visita lejana que me haces, no sé si es teñido o natural, temo que la primera opción es más acertada.

Solo bastó que caminaras unos cuantos pasos antes de llegar a la puerta del negocio para que el señor Steve gritara tu nombre en señal de saludo dentro de todo el bullicio... ¡Hola JongIn!

JongIn

Pequeño pero muy lindo. Ahora sí puedo escribirlo al principio de cada carta para que no quede duda que son exclusivamente para ti. Mi curiosidad apareció con las ganas de saber el significado de este descubrimiento. Tomé mi libro repleto de nombres extraños del buró y pasé rápidamente a la sección de la letra J. Si existiera una competencia de mala suerte, definitivamente el ganador unánime soy yo. El nombre nunca apareció, las ganas de quemar este desperdicio de árboles trozados y de paso mis intentos de ser un hombre optimista eran tantas que terminé por aventarlo a una esquina antes de entrar en modo tragedia. Seguí observando y ahora te encontrabas sentado en una de los asientos iniciales con el celular entre tus manos, los gestos de tu rostro daban a entender que la conversación o lo que sea que hayas visto en ese momento estaba muy interesante, además de la risa escandalosa que logré escuchar hasta mi casa a pesar del ruido de la cafetería y del transitar de los autos. No dejas de impresionarme con tu forma de ser.

Después de una larga espera y un sinfín de carcajadas que hizo que toda la gente mantuviera la atención en ti, la orden llegó de la mano de una mesera muy atractiva que no dejaba de verte desde la barra de bebidas, sí, soy un tipo observador. Lo siento si logré incomodarte.

Lo peor vino después al entregarte una tarjeta que de seguro era su número. Miré la escena sorprendido al captar la acción siguiente, lo colocaste en la mesa inmediatamente en cuanto se alejó de ahí esa chica para posteriormente tomar tus cosas y seguir con tu camino.

Observar el momento me hizo sentir en una sala de cine, ver al típico chico popular de la ciudad tomando café y a su lado una chica coqueteando con el hombre atractivo. Tengo otro dato que anotar en mi libreta muy aparte de tu nombre, te gusta el té rojo. En lo personal, a mí me gusta más el café; pero si de probar ser trata, no me caería mal una bebida nueva. Mi cabeza comenzó a trabajar hábilmente en tratar de saber cuál es tu profesión, qué es a lo que te dedicas, tal vez mi teoría de un modelo profesional no es muy descabellada o eres estudiante de alguna carrera universitaria.

El sueño de ser un maestro de idiomas se quedó ahí, solo en un simple, lejano y complicado sueño que dejé ir mientras asimilaba mi estado de salud. Mientras tienes metas en la vida, tratas de luchar hasta alcanzarlas, aun cuando nunca te pones a pensar en las trabas de la vida. A veces suelen ser pruebas que te hacen volver más fuerte y enfrentar cualquier obstáculo, en cambio, hay veces en que es tanta la frustración de no poder hacer nada ante tal problema al grado de perder la cabeza y rechazar todo tipo de ayuda para salir de ese hoyo, aunque eso al parecer no es problema para ti, ya que te veo muy feliz y animado, supongo.


Justo después de que te fuiste, el señor Steve salió a comprar algunos panes de la panificadora de la esquina junto con otras cosas. Al regresar, vi que llevaba consigo un papel que leía mientras cruzaba la calle, por milagroso que se vea, en ese momento ningún carro se le ocurrió atravesarse dejando un silencio completo. Sólo se lograba escuchar la voz del señor que por lo que logré percatarme iba leyendo una petición de rosas, vino, un banquete romántico y velas de parte de un tal "Kim JongIn".

Mi mente reaccionó llegando finalmente a una conclusión, no podría haber dos personas que se llamaran JongIn y conocieran al viejo Steve. Tu nombre es JongIn y tu apellido es Kim, por lo tanto, tu nombre es Kim JongIn. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.

Tomé el marcador negro de mi cajonera en conjunto con la carpeta de piel color café. Mi padre me lo regaló cuando cumplí dieciocho, alegando que era exclusivamente para guardar trabajos próximos de universidad. No sé si fue una burla o intentaba alentarme a seguir con mis estudios, de todas formas, agradecí el obsequio que por cualquier motivo que haya sido, me iba a servir de algo y por fin encontré su utilidad. Destapé el marcador pensando en cuál parte de la carpeta se vería mejor escribir lo que tenía en mente. Después de unos segundos, deslicé la punta imitando un estilo manuscrito que aprendí en la secundaria junto con Baek, otro de mis mejores amigos de varios años. Él vive en Bucheon; aunque la distancia sea corta, se le dificulta visitarme, así que nos vemos una vez al año o dos si es posible.

Al ver plasmado lo que mi mente imaginó, alcé la carpeta viendo lo perfecto que queda ese nombre entre mis cosas. Allí guardaré todas las cartas escritas y por escribir. Ahora bien, tengo una duda muy grande... ¿El pedido especial del señor Steve, realmente es para ti?

No quiero imaginar cosas por adelantado, aun siento que todas las risas que dejabas salir en la cafetería eran para esa chica a la que pronto saldrá contigo en esa cita especial. Si eso es verdad, yo seré el testigo del nacimiento de un gran amor. ¿Quién soy yo para exigir algo? Vives tu vida y yo vivo la mía, aquí, observando cada jueves una nueva acción que escandaliza mi alma. Ahora, me quedo con la satisfacción de saber tu nombre para guardarlo por siempre en mis notas y en mi corazón.

Es hora de despedirme, no sin antes dejar en claro que no quiero parecer una persona demente observando todo lo que haces cada que pasas.

¿Por qué explico esto?

Porque sé que algún día esto llegara a tus manos. Desconozco el tiempo que me queda de vida o cuánta fuerza de voluntad me quede; confío ciegamente en que no estoy escribiendo en vano.

Gracias por iluminar otro día de mi vida...

Te quiere

Doh KyungSoo

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Hola💕

Espero que estén disfrutando esto.

Gracias por leer. 

Cartas a Kim JongIn [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora