- ¿Necesitas saber si te compensa estar conmigo? -la gallega agachaba la cabeza

- No es eso, Miriam.

- No pasa nada, lo entiendo. Es más, déjame anticiparte que no. Que nunca te va a compensar, porque nunca voy a ser lo que tú te mereces mimi. Y si este tiempo es para eso, es mejor que sepas desde ahora, que quizás no ahora, pero algún día te darás cuenta de que no te compenso desde el principio, que sí, que puede que hayas sido feliz a días, pero que eso nunca había compensado las noches llorando, que siempre mereciste más.

- Miriam...

- Mimi no. ¿Sabes? Si hay algo que ahora mismo tengo claro, es que nadie en este puto planeta se merece tenerme a su lado. ¿y sabes qué más? Que, hasta hace poco, creía que cualquiera a la que dejase compartir conmigo más de una noche debía sentirse una afortunada, que nadie iba a darles lo que yo podía ofrecerles, hasta que llegaste tú, y me enseñaste que siempre habrá alguien a quien no puedas alcanzar, y por supuesto nada tenía que ver con el dinero. Contigo entendí que de repente alguien podía darle la vuelta a mi mundo, hacerme pensar cada mañana que la afortunada era yo, y no por despertarme en un yate, no por poder elegir el coche que voy a conducir ese día, o por poder elegir en que país voy a pasar esa noche y con quien. Entendí que tu no entrabas en nada de eso, que siempre había creído desear, que tú me hacías sentirme afortunada por quererme como lo hacías.

A veces me despertaba en medio de la noche y tu mano seguía aferrada a mi pecho mientras dormías, y entonces me giraba y tu brazo me rodeaba mientras apoyaba la cabeza en tu pecho, y de alguna forma te sentía sonreír, quizás ni siquiera fueras consciente, pero puede que fuera ese subconsciente el que te empujara a aferrarme a ti, protegiéndome.

Tú, a mí.

Y lo más surrealista es que ahí dentro, solo dentro de tu abrazo, escuchando como te latía el corazón, desaparecía. Me sentía la persona más normal del mundo, ahí dentro nadie me conocía, nadie quería hacerme daño, y si quisieran, estaba segura de que había una especie de aura protectora que no iba a permitir que nos ocurriera nada.

Ahí dentro era paz, mimi.

Y ahí supe que nunca, yo nunca iba a merecerme a alguien como tú. Y que tú nunca merecerías a alguien como yo, y que pena que no nos mereciéramos por motivos tan distintos.

Tú tanto y yo tan poco. - sonreía con tristeza

- Miriam...- la granadina intentaba que no se le cayeran las lágrimas- eso no es así.

- ¿puedes hacerme un favor? -asentía- no digas nada más, entiendo que necesitemos ese tiempo, así que voy a dártelo. Solo te pido por favor que te cuides, que tengas muchísimo cuidado con todo, y que si en algún momento, aunque solo sea un minuto de estos días, tienes miedo, te sientes sola, o en peligro, llámame. ¿Vale? - mimi ya no intentaba que no se le cayeran las lágrimas y la gallega no podía evitar secárselas con la manga de su camisa. - ¿Te quiero vale? Nos vemos pronto. -

La gallega dejaba un beso en su frente y aguantaba sus lágrimas mientras mimi se aferraba a su cintura con los brazos.

-Mimi, la comida de esta cafetería no es comida ni es ¡nah!- Inma levantaba la vista de su móvil haciendo que las chicas se separasen- perdón, eh...me voy ¿vale?

- No, no Inma si yo ya me iba, tengo que marcharme ya, no te preocupes- le dedicaba su última sonrisa a mimi, y se acercaba a dejarle un abrazo a ella.

- Cuídala ¿Vale? Mantenme informada, y por favor si ocurre cualquier cosa avísame- le decía en el oído, mientras esta asentía- Alfred y Roi estarán fuera todo el día y están aquí para cuidaros, en lo que sea de verdad, contad con ellos.

Bailando sobre nieve// Miriam²Where stories live. Discover now