No habrá calma

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Miriam abandono aquella habitación con una única intención, encontrar a Antonio.

Y no, esta vez no tenía nada que ver con los celos, esta vez tenía más claro que nunca que debía terminar con todo este juego de miedos, amenazas, y cuentas pendientes.

Que lo que había esta vez en peligro no era ella, y tenía que frenarlo de alguna forma, o alcanzaría un punto en el que se volvería absolutamente loca.

Y a medida que iba avanzando, se iba dando cuenta de que no tenía ni idea de a donde se dirigía, de que esta vez se sentía totalmente perdida, y en cuanto sus pies tomaron contacto con el asfalto, y su piel sintió de verdad, y después de días sin pararse a sentirlo, aquel frio de Londres, no pudo evitarlo y rompió a llorar.

El cumulo de nervios, sentimientos, miedos, inseguridades, alegría, porque si, eso sentía ahora mismo, alegría de que mimi por fin estuviera operada, y todo hubiera salido incluso mejor de lo que esperaban, había hecho su efecto y después de mucho, mucho tiempo había explotado.

Realmente poca gente la conocía en Londres, al menos físicamente, así que se dejó ser un poco, sin, como siempre, cerrar sus lágrimas tras una de sus barreras

- ¿Un cigarro? - la voz de Ana la exaltó y secándose las lágrimas con su propia manga de una forma un tanto violenta, se giró hacia ella.

- No fumo, Gracias. - La canaria se sentó en una de las escaleras que daban entrada a aquel hospital. Esperando que Miriam la imitara

Estaba claro que aquellas dos no se conocían demasiado, por no decir prácticamente de nada, pero a las dos las unía algo muy importante, Mimi, y eso era una razón más que suficiente para apoyarse mutuamente.

Y así lo hizo, Miriam se sentó a su lado sin decir ni una sola palabra. Y Ana, ella tan solo le dio su espacio, estando a su lado sin necesidad de que hablase si no le apetecía.

- ¿ella está bien? - Ana giró su vista hacia ella, asintiendo

- Preocupada, por cómo te has ido, pero se encuentra bien. – dio una última calada a su cigarrillo y lo apagó contra el suelo. - ¿Tú? ¿Estás bien? - la gallega asentía

- Supongo que son demasiadas emociones, y por algún lado tienen que salir.

-Claro, no te martirices, eres humana, deja de tratarte a ti misma como una máquina.

El silencio con Ana por raro que le pareciese a la gallega no le resultaba para nada incomodo, en realidad de alguna manera le reconfortaba tener a alguien cerca que no hacia preguntas, que no juzgaba ni pretendía rebuscar alguna explicación en ella.

Simplemente estaba allí, sentada a su lado, y eso era suficiente.

- Deberías subir, te necesita a su lado ahora mismo.

Miriam giro su vista hacia la canaria que imito su gesto dejándole una pequeña sonrisa, a la que correspondió de la misma forma, antes de levantarse y marcharse hacia dentro.

- Oye Ana- la canaria se giró hacia ella- Gracias- Miriam no pudo evitar agachar la cabeza al decir esto, ella no era una persona de agradecer nada, y mucho menos de tener algún motivo por el que hacerlo.

Y eso no significaba que fuera una desagradecida, o que tuviese una falta clara de humildad. Simplemente nunca había querido, más bien no se había permitido pedirle favores a nadie, o sentirse en deuda. Si necesitaba algo que ella misma no pudiera proporcionarse, el dinero siempre había sido su solución.

Y ahora mismo todo era tan diferente, de repente tenia muchísimas necesidades que nada tenían que ver con el dinero, y eso se escapa en cierta forma de lo que ella controlaba.

Bailando sobre nieve// Miriam²Where stories live. Discover now