criminal. || newtmas

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La lluvia caía por las ventanas del automóvil dejando que las diminutas gotas de agua se juntaran haciéndose cada vez más grandes. La noche sucumbía la ciudad y Thomas observaba con curiosidad el destino al que lo estaba llevando Gally. Cuando el molesto ruido del motor del coche viejo dejó de resonar, haciendo el silencio entre los dos chicos aún más incómodo de lo que ya había sido desde el comienzo del trayecto, en su campo de visión se encontró con una enorme mansión de color beige, con tres plantas y una fuente en el jardín delantero. Gally no iba a entrar ahí con el coche, por lo tanto el camino de la puerta principal al interior de la casa lo tendría que recorrer Thomas solo.

" Si hago este único favor por ti, ¿prometes que no se lo contarás a nadie? " Murmuró el castaño sin despegar los ojos de la bolsa en la que se encontraban las drogas.

" Ya te he dicho que sí. " Contestó el otro, apretando más el volante con sus pálidas y fuertes manos.

" Gally, realmente nadie puede saber que yo... "

" Está bien, chico, solo ve y haz la entrega. Es cosa de una vez, no seas un marica llorón. " Interrumpió el mayor para después abrirle la puerta y básicamente obligarlo a salir del coche.

Thomas suspiró y antes de hacer cualquier movimiento, se aseguró de tapar la bolsa con su enorme abrigo de color azul rey. La prenda se la había prestado Gally, precisamente con ese fin. Trotó hacia el portón que daba al jardín delantero y tocó el timbre.

" ¿Quién es? " La voz ronca de un hombre que parecía haber despertado de un profundo sueño contestó al timbre, poniendo nervioso al castaño.

" Y-yo... Vengo de parte de Gally. "

No hizo falta decir mucho más para que la puerta cediera ante su paso. Observando con curiosidad y miedo los hermosos alrededores que lo rodeabana, Thomas llegó a la puerta principal, que fue abierta por un hombre rubio que no llevaba camiseta, dejando a la vista sus perfectos abdominales. Se apoyó en el umbral de la puerta con una sonrisa traviesa y los dos permanecieron unos segundos allí parados hasta que el chico se dio cuenta de que había estado observándolo por demasiado tiempo.

" ¿Ves algo que te guste? " Se burló el hombre y Thomas se sonrojó, sin levantar la mirada del suelo. No dijo nada y el rubio se lo tomó como una señal para finalizar la conversación e invitarlo a pasar.

El castaño lo hizo algo avergonzado; sentía que no merecía el honor de estar en la casa de una persona tan adinerada. Se encontraba parado en el hall de una hermosa mansión, con suelos de mármol. En frente de él divisó una enorme escalera blanca decorada con una alfombra roja, mientras que a su lado derecho vio lo que parecía ser una sala de estar. Sin embargo, el rubio le hizo seguirlo hasta la lujosa cocina de la casa.

" Supongo que vienes con mi encargo. " El hombre se sentó encima de una encimera de granito y sacó un paquete de tabaco de Dios sabe donde. Solo entonces, cuando prestó algo de atención a sus labios, en los que atrapó el cigarrillo que ahora estaba encendiendo, vio el piercing que tenía en su labio inferior. " ¿Te ha comido la lengua el gato? "

" N-no, no... O sea, sí... " Thomas suspiró y terminó dándose por vencido para después ir al grano y largarse lo más rápido posible. " Traigo su encargo. "

" Muy bien, dámelo. "

El castaño hizo lo que se le ordenó y le entregó la bolsa al hombre, rozando por accidente su mano. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal por la frialdad de la grande y venosa mano. Este la aceptó encantado y sacó una pesa de uno de los cajones de la habitación donde luego posó la bolsa para asegurarse de que le había entregado la cantidad exacta. El rubio sonrió y Thomas no pudo evitar soltar un suspiro de alivio.

Dylmas/Newtmas One-Shots.Where stories live. Discover now