Capítulo 30: Final.

2K 62 5
                                    

Me desperté en un lugar extraño, era un tipo de habitación totalmente blanca, raro, porque lo que recordaba es que estaba en un sitio abandonado además estaba en la azotea, mi ropa también era diferente, ahora vestia un vestido totalmente blanco, busque en mi cuerpo las heridas que tenía por causa de Marcus, las cuales habían desaparecido sin dejar alguna cicatriz, era extraño.

Era raro, ¿dónde estaba? En el cielo imposible ya que fui una persona horrenda para estar arriba, pero no estaba en el infierno, se supone que al llegar ahí uno sufre mucho dolor y yo no estoy sufriendo, al contrario estoy en perfectas condiciones.

Me levante y salí, llegue a un largo pasillo, también de pisos y paredes blancas, sin ninguna fotografía o algún adorno, seguí caminado hasta llegar a lo que parecia un pequeño salon igual de vacío como las paredes del pasillo, me dirigí a una pequeño puerta, detrás de la puerta había una mesa con sillas a su lado, en una de ellas había una persona sentada dándome la espalda.

—Al fin, ya era hora de que despertaras—dijo esta. Reconocía esa voz, pero era imposible volverla escuchar porque a la persona que le pertenecía estaba muerta, bueno no había mucha diferencia entre él y yo. Supongo que yo también mori.



Llevenlos a quirófano, esta perdiendo mucha sangre.

Emma eres valiente por favor resiste un poco más.

—Háganlo por Madison, ella necesita unos padres, los necesita a ustedes.



—Hola—fue lo único que logre decir todavía estaba en shock.

Él se dio la vuelta, no había cambia nada, estaba igual; su cara con rasgos finos pero también tan masculino era perfecta, sus gruesos labios besables, sus hermosos ojos verdes, su rebelde cabello negro ondulado, su piel blanca y su cuerpo, era el mismo hombre, no había cambiado nada, era lógico como cambiar si nunca creciste, si moriste antes de hacerlo.

—Anhelaba verte otra vez—dijo sonriendo se levantó y yo corrí a buscar sus brazos, nos abrazamos, extrañaba tantos sus abrazo, su aroma, lo extrañaba a él, no había olvidado mi promesa, lo recordaba todos los días con la misma intensidad.

—Te extraño tanto—dije sonriendo como una quinceañera al llegar a su fiesta de quince.—. Diablos y Matias, ¿cómo esta él? ¿Donde esta?

—No lo se, solo apareciste aqui.

—Debo buscarlo, saber su estado.

—¿Él es importante para ti? —pregunto de la nada.

—Claro que lo es—dije y por una extraña razón sonreí—. Él a su manera me a enseñado tantas cosas.

—Si lo estoy viendo, has cambiado tanto desde la última vez que te ví—sonrió con amargura.

—Si tenía que crecer, solo tenía 15 años la última ves que te vi.

—Paso mucho tiempo después de eso, ahora tienes una hermosa niña, unos amigos que se preocupan tanto por ti, una familia maravillosa—dijo volviéndose a sentar, imite su acción.

—Si los amo con todo mi ser, son mi mundo.

—Ya no te pareces a la niña egoísta que conocí aquella vez en la Oficina del director.

—Recuerdo ese día, es cuando hice la broma a Señora Daniela gracias a eso tuve una semana de suspensión—dije recordando esos días en el Instituto.

—Ella estaba tan enojada contigo, todavía me pregunto cómo hicieron tus padres para que no te expulsaran definitivamente del Instituto.

—Creeme yo me pregunto lo mismo.

Obligada a ser tuya. En Edicion.Where stories live. Discover now