Capítulo 9: Madison

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Mis ojos se abrieron de golpe, me había que olvidado de la carrera de inmediato salgo de la cama no es la habitación que Matías y yo compartimos como podría dormir ahí después de lo que paso tengo dignidad. Salgo de la habitación para la cocina mi pansa acaba de rugir es como si dijera "¡Dame comida, perra!" En la cocina tomó el cereal lo echo en un plató hondo después busco la leche, mi cuchara me siento en un taburete y empezó a comer.

Ya después de un rato ya casi acabando me mi cereal escucho un ruido de la parte de arriba. Vamos soy muy curiosa así que dejó mi cereal, salgo de la cocina subo las escaleras camino por el pasillo, al pasar por una habitación me quedo helada de esa habitación venía el ruido mejor dicho gemidos era la habitación que compartíamos, la habitación de Matías, mi rabia surgió de repente no sé que fue eso pero termine de abrir la puerta encontrándose a una mujer sin ropa Matías acomodado en sus piernas en boxer me quedé literalmente paralizada que no me di cuenta que una pequeña lágrimas escapo de mis ojos pero no iba a permitir que ellos me viera débil.

—Sal de mi habitación—dijo seco no podía responder, abría mi boca pero era incapaz de pronunciar palabra alguna él se levanta de la cama se acerca y me toma del brazo con brusquedad.

—Suéltame—jale con fuerza que me llegue lastimar—Tú—señale a la mujer-te doy diez minutos para que te vistas y te largas de mi casa—la mujer me ve y se ríe-si no quieres que yo te saque a arrastrando te de aquí—ella vuelve ver a Matías.

—Cállate y larga te Emma tu no eres bien venida.

—ES QUE NO ESCUCHASTE PUTA QUE TE LARGUES—le grite ya me estaba empezando a hartar de esto.

—No escuchaste sal de la habitación...

—Quiero que cierres la maldita boca-lo miro directo a los ojos—ahora ve y busca un pantalón que mi casa no es un gran prostíbulo ni menos un motel te quedó claro—dirijo mi atención nuevamente a la perra todavía desnuda en la cama—vete de mi casa o te saco yo misma.

—Sácame si puedes—me reta.

—Largo—la veo pero no se mueve camino hacia ella la tomó del pelo pero ella quiere atacar me, la esquivo y pateo su estómago se arquea la jalo del pelo salgo de la habitación abajo las escaleras y la llevó a la puerta—AHORA LARGO.

—Pero estoy desnuda—dice ahora con un hilo de voz.

—A mi que me importa es tu puto problema ahora largo—ella sale de la casa asustada.

—¿¡PERO QUE DIABLOS TE PASA!?—me grito lo vuelvo a ver ahora traía puesto un pantalón.

—Quiero que te quede algo en claro—me acerca a él—esta es mi casa no un motel yo soy tu maldita esposa y ten solo un poco de respeto entiendo que no me quieras pero eso no te da el derecho de meter a cualquier puta a esta casa—paso por un lado de él.

—Emma no eres mi madre para decirme que hacer—me detengo al instante.

—No, no soy tu madre pero soy tu maldita esposa no me respetas pero te exijo que respetes esta casa yo no ando metiendo a hombres a esta casa ni mucho menos acordándome con ellos.

—Joder pero la echaste desnuda no tienes corazón para tratar a una persona así.

—Tengo mas corazón que tú—me doy la vuelta para quedar en frente de él—pero las putas como esa que acaba de salir por esa puerta—apunto la puerta—no tiene dignidad para meterse con alguien como tú a veces llego a pensar como has echo esto—miro a mi alrededor—eres tan poco hombre que tienes que traer cualquier mujerzuela a la casa para demostrar tu hombría.

—Eres una zorra—mi mano choca con su mejilla me doy la vuelta para empezar a caminar al llegar a una puerta me acorrala con ambas manos a mi lado—puedo ser poco hombre como tú lo dices pero tienes que aceptar que mis besos te vuelven loca y te pones celosa cuando me ves con alguna mujer—se acerca un poco a mi rostro.

Obligada a ser tuya. En Edicion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora