Capítulo 27: Pistas o notas desagradables.

1.2K 50 0
                                    

No pensé más y tome mis armas camine por las escaleras hasta el segundo piso. Matias me seguía de cerca todo iba hacer más difícil habían cientos de habitaciones por cada piso no terminaría de buscarla faltaban solo una hora del tiempo que tenía para encontrarla y eso me desesperada aún más, mis posibilidades eran de 1 entre 100% de posibilidades para encontrarla.

—Déjamelo a mi—dijo Matias se puso unos lentes—Con los lentes pudo ver el calor que irradian los cuerpos así solo pasaríamos caminando por los pasillos sin revisar las habitaciones y no perderíamos tiempo innecesario.

—Que esperas entonces—él empezar a caminar y yo lo seguí de cerca hasta llegar al final del pasillo, uno menos. En la pared del fondo había una nota. La tome y la leí en voz alta;

Queridos amigos;

Emma Valverde el apellido de ese imbécil queda perfectamente con tu nombre, algo que Gabriel o yo nunca hubiera sido lo mismo. Después de tanto tiempo sigues llevando el collar que yo te di y la pulsera que te dio Gabriel, de seguro sigues atesorando aquel anillo que el te dio antes de morir. Nos sigues amando o ya nos cambiaste por Matías, es cierto no puedes se lo prometiste a él, aun cuando se fue y pasaron años nunca olvidarás lo que te hizo prometer. Es tan exasperante pensar que quería un futuro con una perra de mierda como tú. Aquí va a tu pista; la niña esta en una habitación del fondo en cada piso que ya te había dicho, apresúrate que el tiempo corre.

~M~

—¿Qué promesa? —fue lo primero que pregunto Matías después de terminar de leer la nota.

—Algo que no te incumbe—dije para luego dirigirme a las escaleras.

—Eres mi esposa—dijo tomándome del brazo.

—Quisiste decir "Era tu esposa" O se te olvido lo que me hiciste—me solté y retome mi camino.

—Nunca fue mi intención terminar contigo pero él... —algo lo detuvo y dejó de hablar.

—¿Por qué no terminas de hablar? ¿Él qué Matias?

—Nada sigamos hay que apresurarnos.

—Pero...

—Ya no importa, ya estamos separados —dijo interrumpiéndome.

No dije nada y lo seguí de cerca, llegamos al segundo piso Matias abrió la puerta y nos recibió un camino lleno de pétalos de rosa, caminamos alerta ya que de Marcus todo se puede esperar. El camino de rosas se se detuvo en una habitación.

—Yo la abriré y tu te alistas si es necesario disparar.

Yo asenti y me puse al lado de la puerta, el la patio abriendo la y yo entre puntando hacia el frente.

Me quedé horrorizada, la imagen era tan perturbadora. Había una niña con muchas lesiones en su pequeño cuerpo; huesos rotos, heridas muy profundas, su rostro desfigurado. Ella estaba desnuda en la cama. Matias me tomó del brazo jalandome hacia su pecho.

—Tranquila Emma—dijo sobando mi espalda.

—Esto no me afecta Matías —me hice la fuerte lo que me importaba era Madison ella era la única cosa que valía la pena.

Me acerque más al cuerpo de la pequeña, se veía de unos cinco a seis años, su cabellera rubia era lo único no tan maltratado aparte de todo su cuerpo. Era horrible, no tenían corazón, como le iba a hacer esto a una niña que no tenía culpa de nada.

Había un papel Matías se acercó detrás mío para leerlo.

Hola soy yo de nuevo.

La niña en esa habitación se llamaba Angela sus padres adoptivos la amaban tanto. Eso me recuerda a aquella pequeña que soñaba con una familia la cual su madre abandono en aquella casa, la mamá que decía amarla la abandono, no se te hace conocida aquella historia.

Obligada a ser tuya. En Edicion.Where stories live. Discover now