t r e c e

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—  Mierda.

Detengo mis manos cuando mis dedos recorren la suave piel de sus muslos y siento la humedad de algo viscoso. Observo entre sus piernas y mis dedos, cubiertos por sangre.

Frunzo mis labios, y suelto un suspiro lento sintiendo dolor en mi erección matutina, que va a tener que quedarse con las ganas ya que mi muñeca decidió menstruar justo hoy.
La furia invade mi cuerpo porque no dijo nada y solo la miro a ella quien, se rehúsa a encontrase con mis ojos.

Y está bien.

Mientras no decida abrir su cizañosa boca, estará todo bien.

Me retiro de en miedo de sus piernas y me abstengo en mirar más donde la sangre ya esta empapando el vestido blanco.

Paso la mano limpia por mi cabello, agarro una camiseta sucia y me limpio los dedos. Recojo los pantalones del suelo. De reojo veo como ella sigue quieta en el suelo, para juntar sus piernas de forma lenta. Si no la conociera juraría que esta avergonzada, pero Sun Hee resulto ser un hueso duro de roer. Y me gusta, me gusta ese lado de ella.

Logra que mi competitividad salga a flote. Va a tener que acostumbrarse a sobrellevar esto, o me encargaré de seguir forzandola a aceptarlo.

Hasta puedo decir que he llegado a quererla.

A mi manera, pero lo hago.

Agarro un jersey negro y me lo pongo importando poco si no tengo nada debajo, a pesar que el frío es horrible.
Escucho una risa seca y me detengo, tensando los músculos cuando la observo.

— ¿Qué te causa tanta gracia?

Tiene las piernas cerradas, su espalda descansa en la pared a un lado de la cama, no siempre la follo ahí, me gusta más hacerlo en el suelo. Esta echa un desastre. No me tomo el tiempo en dejarla arreglada o decente. No es importante.
Pero lo que llama mi atención es la sonrisa que tiene, si ella supiera lo mucho que su actitud llega a molestarme. Pero supongo que mi extraño gusto por ella, compensa el resto.

Compensa la noche que estuve tentado en que muera junto con su amigo.

— Tu — responde sonriendo. Le presto toda mi atención porque necesito liberar la furia que tengo contenida. Relamo mis labios colocando mis manos dentro del bolsillo del jersey apretando los puños y reprimo mis jodidos impulsos. —, tu me causas tanta gracia jodido estúpido. Y me alegra que te quedes sin follar porque no soporto tus asquerosas manos tocándome.

Golpeo el interior de mi mejilla con lengua, el día es nublado, no hay mucha luz que se filtre por la ventana, observó a Sun Hee, su comentario solo llega a sumar las ganas que tengo en golpearla.

No me importa que me tenga asco o me mire con odio, soy consiente de las cosas que le hago, pero vuelvo a repetir. No me importa. Ella decidió liarse conmigo primero, fue quien se me insinuó.

— Quiero ver si seguirás diciendo lo mismo cuando necesites unas jodidas toallas higiénicas, o prefieres quedarte así muñeca. A mi no me molestaría follarte así, mejor cierra esa boca o te pondré a chuparme la polla y no será agradable.

Le escupo las palabras, ganas me sobran en abofetear sus mejillas lastimadas, pero me resulta poco atrayente verla así. La dejó con la boca cerrada y las cejas fruncidas para salir no sin antes colocar el candado en la puerta.

Mejor evitar cualquier inconveniente. Por el momento.

Bajo las escaleras del edificio procurando ser lo más cauteloso posible. Aún solo han pasado diez días desde que la lleve conmigo a mi departamento, lejos del edificio de mi padre. Sun Hee no me preocupa, sino el pedazo de mierda de su amigo.

Hostage ➵ jeon jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora