capitulo 25

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Tao Ran llegó a la escuela el lunes, y parecía honestamente feliz de verlos a todos. Cuando Qiao reparó en él, sonrió y se acercó.

—¿Te sientes mejor?

Tao había abierto su nuevo libro de texto para prepararse para la lectura de la tarde. Contestó:

—Mucho mejor.

Esta mañana, Qiao Ye parecía no tener ninguna intención de quedarse allí con él, como era costumbre. Tao Ran se sorprendió un poco. Sonrió y le preguntó a la distancia:

—Oye… ¿Ahora tú no te sientes bien hoy?

Qiao Ye pronto le mostró una expresión llena de tristeza e ira.

—Mi hermano confiscó mi motocicleta... Me reprendió por no acostarme temprano durante la noche. ¿Qué mierda es eso?

Tao Ran quería darle palabras de consuelo, pero escuchó a Qiao Ye decir inmediatamente después:

—Bueno, terminó ofreciéndome un McLaren, pero no me gustan mucho los autos deportivos...

Tao Ran se quedó atónito. ¿Este hombre estaba tratando de hacer que se enemistaran o algo así? La envidia está realmente ahí, creciendo. Tal vez sea verdad que a alguna parte de su cuerpo le gusta ver a Qiao Ye. Sus ojos relucientes, la amabilidad que desprende aún si nadie más se da cuenta... Pero resulta que la brecha entre las personas siempre comienza a existir cuando aparecen los celos.

—Cuando tenga vacaciones, te llevaré a dar un paseo. —Qiao Ye se enganchó del brazo de Tao Ran y sonrió—. Hay chicas muy hermosas en esta provincia. Te presentaré a una o dos, TaoTao.

Tao frunció el ceño, su tono era un poco molesto.

—No me llames así.

Qiao Ye sonrió y tocó lentamente la cara delicada de Tao Ran.

—¿Las personas que se quieren no se ponen apodos?

Ran lo ignoró.

Qiao Ye se acercó de nuevo.

—¿Qué? ¿Te sentirías más cómodo si quién coqueteara contigo fuera tu hermano? Lamento no ser él.

Tao Ran miró fijamente los ojos profundos de Qiao Ye, parecía enojado, pero también, asustado de lo que acababa de escuchar.

—¡No hagas ese tipo de bromas!

La cara de Qiao Ye también se hundió. Rara vez se sentía incómodo cuando molestaba a una persona, pero Tao Ran siempre conseguía pegarle profundo. No creía que sus palabras hubieran sido groseras, pero el enojado Tao lo sorprendió dándole un puñetazo en el pecho.

—Oye, ¿qué estás haciendo? ¡Qué emocionante que te pongas así!

Las manos de Tao Ran están adoloridas porque no deja de pegarle. El suyo, es el tipo de temperamento que no puede calmarse de inmediato. Qiao Ye se comenzó a arrepentir, pero no sabía cómo iniciar con la reparación de lo que había destrozado. Solo miraba a Tao Ran, actuando como un perro diminuto que intentaba hacerle daño propinando pequeñas mordiditas al aire... Y de repente, sus ojos cayeron en su cuerpo. En el cuello blanco de Tao Ran, había un collar de marcas rojas y moradas que tenían la forma de dedos gigantescos.

—Dios. —Qiao lo sujetó y casi rasgó la tela de su uniforme. No podía creer en sus ojos, ni siquiera podía decir que fuera real, aunque lo estaba tocando—. Maldita sea. ¿Quién te lastimó?

Ran tenía miedo, y comenzó a luchar contra las manos salvajes de Qiao.

—¿¡¡Qué estás haciendo!!?

Los movimientos que ejercía sobre Tao fueron un poco descontrolados, y cuando finalmente consiguió desnudar la mitad de su torso, el maestro ya estaba mirándole fijamente desde su lugar tras el escritorio. Al final, como todos los que le tenían miedo, solo alcanzó a pronunciar:

—Qiao Ye, no molestes a tus compañeros de clase.

Qiao Ye lo ignoró, todavía estaba lo suficientemente asustado como para no dejar de pensar en lo lastimado que tenía el cuello Tao Ran... Pero intentó reír para restarle importancia a todo el asunto.

—Simplemente te tengo envidia, amigo. ¿Dónde puedo encontrar una novia tan salvaje? ¿Te gusta cuando te golpean?

Tao Ran estaba aturdido. No sabía lo que Qiao estaba diciendo. Su cabeza era un caos, se sentía avergonzado así que dejó de mirarle.

—¿No fue tu novia? —Qiao Ye sostuvo los hombros de Tao Ran, desesperado—. ¿Quién fue, Ran? ¡¡Dime quién fue!!

Tao Ran se mordió los labios.

—¿Puedes calmarte, por favor? Estás asustando a los demás.

Estaba tan enojado que, por primera vez, sintió que la mirada que le mandaba le estaba ardiendo. Está vez, Qiao Ye también dudó de su propio juicio. ¿Qué estaba pensando? Se encontraba tan profundamente confundido, tan enojado. Qiao Ye comenzó a pensar en ello durante toda la clase, y en la siguiente y en la siguiente... Las huellas que vio, ¿eran las únicas? ¿Había más? ¿Lo golpeaban todo el tiempo que se iba?

Al terminar el turno escolar, Qiao Ye condujo al McLaren desde la calle Chang'an hasta el malecón de Poniente para probar la capacidad de los caballos de fuerza. El automóvil deportivo no era tan emocionante como su motocicleta, claro, pero si muchísimo más veloz. Paró el automóvil en el costado de la carretera e hizo una larga estadía allí. De repente escuchó el timbre de su teléfono y, a primera vista, pudo comprobar que se trataba de su hermano.

—¿Qué pasa?

—¿Dónde estás?

—Jugando con el auto, tengo pensado volver pronto.

—Quería decirte que volveré a verte hasta el próximo mes. Tengo que ir a Hong Kong esta noche.

Por lo general, Qiao se hubiera despedido y hubiera dado por terminada su llamada del día de hoy, pero parece estar verdaderamente aturdido para este momento.

—Hermano...

—¿Hmm?

El lóbulo de la oreja de Qiao Ye se alejó apenas un poco del celular.

—Estoy enamorado.

La persona en el teléfono sonrió, y la risa comenzó a sacudirse de su pecho hasta cobrar vida en sus labios. Sintió que su hermano menor era muy interesante.

—Entonces ya está. Todavía eres pequeño así que no debes comerte tanto la cabeza. Deja que fluya.

Realmente siente que no es el más adecuado para enseñarle sobre amor a los niños.

Después de un momento de silencio, le dijo:

—No sé si puedo hacerlo. No quiero hacerle daño.

—¿No es mejor continuar? Piensa en lo agradable que sería si fuera tuyo. ¿No lo deseas? ¿No imaginas eso todo el tiempo? No estamos haciendo nada malo. Es una situación completamente distinta... ¿No crees que lo merece? ¿No nos quitó algo valioso también? Solo eres el ladrón que le roba a otro ladrón.

La voz de Qiao Ming es tranquila, como su apariencia. Un tono serio y centrado, igual a la de sus maestros de instituto.

Qiao Ye se tomó un momento para hablar.

—Confía en mí, hermano. Adiós.

Nadie se vuelve a encontrar.Where stories live. Discover now