6. Dolor

505 56 183
                                    

Gray

—No recordaba la última vez que te vi reír —la voz de Porlyusica rompe el silencio en el que se había sumado la estancia.

Su comentario hace que detenga mis movimientos, pero más temprano que tarde continúo organizando los objetos de las cajas con los que me pidió ayuda.

—No sé de qué estás hablando —niego sin siquiera dirigirle la mirada.

—Gray —me nombra. La veo por el rabillo del ojo y aparentemente está concentrada en otra caja—, no sabes mentir, es una de las pocas cosas buenas que tienes. ¿Quién es esa chica en realidad?

—Solo es una conocida, apenas habíamos cruzado palabras cuando terminó metida en esto. Ya la investigué, no es peligrosa.

—"Haré todo lo que pueda para protegerte" —intenta citarme en una terrible imitación, con lo que se gana una mirada reprobatoria de mi parte, cosa que parece no afectarle en absoluto—. Te conozco desde hace más de cincuenta años, no eres así con alguien que apenas conoces —hace una larga pausa en la que espera que conteste algo, sin embargo, no digo nada—. Ella te agrada.

Suelto un pesado suspiro sin dejar lo que estoy haciendo, en un intento no muy funcional por mantener la paciencia. ¿Por qué tanta insistencia?

—A mí nadie me agrada. Por ejemplo, a ti apenas te tolero porque a veces te necesito.

Antes de pronunciar la última palabra, veo venir el objeto que me arroja la cabeza, así que alcanzo a atraparlo en el aire antes de que me golpee.

—Y luego preguntas porqué siempre te dejo inconsciente —reniega entre dientes, pero no le doy importancia.

—¿Qué hago con esto? —pregunto por el objeto en mi mano que ni siquiera me molesto en intentar descifrar qué es; las brujas guardan cosas muy raras.

—Déjalo junto a los libros azules —indica, pero no me muevo de mi lugar, tan solo la observo con algo de irritación hasta que se digna a aclarar sin dirigirme la mirada-. Segunda repisa a tu derecha.

Veo en la dirección indicada y coloco el extraño objeto sobre una pila de libros. Esperaba que el tema terminara con eso, pero pocos segundos más tarde me doy cuenta de que no es así.

—Si en realidad crees lo que estás diciendo, deberías decírselo de frente antes de que piense que puede pasar algo entre ustedes. Si sigues así, solo terminarás lastimando a esa pobre chica.

Sé que tiene razón, sé que debí ponerle un alto a lo que sea esto antes de que comenzara, pero siento que intentar alejarla con palabras es igual a invitarla a acercarse más; simplemente no tengo idea de cómo tratar con ella.

—Pasaba por un momento difícil, pensaba que se volvía loca por un descuido mío y ahora, uno de los demonios más peligrosos que conozco sabe de ella porque decidió seguirme esta semana, solo ella sabrá el porqué. Solo quiero mantenerla a salvo del riesgo en el que yo la puse, a una humana no le corresponde lidiar con estas cosas.

—No es humana del todo, ¿o sí?

—En lo que le concierne a ella, lo es, y por su bien, lo mejor es que lo siga pensando —veo con detenimiento a la mujer frente a mí, espero que no piense decirle nada extraño; es más, lo mejor sería que estas dos no se vuelvan a encontrar—. Intentaré mantenerla a salvo de los problemas que me persiguen, eso es todo —sentencio, cortando el tema. No quiero seguir con esto.

—De acuerdo, pero espero que tengas claro que al único que engañas es a ti mismo —dice, a lo que no respondo nada, no necesito sus intentos de empatía, sé bien lo que hago.

Ángel caídoWhere stories live. Discover now