Extra: Año 20XX

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En un día tranquilo, con un clima templado típico de las últimas semanas del verano, un joven de cabello negro, alto y atractivo se encuentra en el umbral de la puerta, observando atentamente la despedida animada que se lleva a cabo en el interior. Una escena de todos los días, las sobrinas de Juvia visitándola para pasar un rato con ella, gesto por el que siempre ha estado agradecida la que ahora es una mujer de edad avanzada.

Naturalmente el chico en la puerta llamaría la atención de cualquiera; sin embargo, para este caso ha decidido hacerse imperceptible para los presentes, al menos en lo que quienes no viven en la casa salen del lugar.

Pasan varios minutos en los que el silencio reina en la habitación; no es como si el ángel intentara alargar el momento o algo similar, solo no tiene idea de qué decir o cómo presentarse. Para comenzar, ni siquiera tiene idea de si podrá reconocerlo o cuál será su reacción cuando lo haga.

En cualquier caso, no le ve sentido a prolongar más la incertidumbre, ya ha esperado demasiado. Al comienzo pensó que algunas décadas no serían para tanto, pero entre más pasaba el tiempo, más fuerte se hacía el deseo de romper la promesa consigo mismo de no entrometerse de más en su vida. Finalmente había llegado el momento que tanto había estado anhelando.

—Lamento no haber venido antes —es lo único que se le ocurre decir, esbozando una sonrisa tímida mientras se acerca.

La reacción inmediata de Juvia es de confusión y sorpresa, las cuales se desvanecen al instante cuando su mirada se cruza con un par de ojos color azul grisáceo, solo entonces un interruptor parece accionarse en su cabeza, liberando cientos de recuerdos que habían permanecido bloqueados de su memoria desde lo que parece una vida completa.

—¿Gray? —pronuncia con una voz temblorosa y ojos cristalizados, haciendo que el nombrado ensanche su sonrisa.

—Hola —saluda con un tono dulce, deteniéndose junto a ella.

—Ha pasado mucho... no quería que me vieras así —comenta desanimada, bajando la mirada—. Tú no has cambiado nada; ahora yo estoy vieja y fea.

—¿Pero qué estás diciendo? —contradice, ahuecando su rostro con una mano—. Sigues siendo tan hermosa como el día en que nos conocimos... como el día en que me salvaste.

Ella se atreve a verlo de frente, comprobando que no hay duda alguna en sus palabras o gestos.

—Creo que tenemos recuerdos diferentes de ese día.

—Es probable —él suelta una leve risa, retirando su mano.

—Siempre estuviste ahí, ¿no es así? De una forma u otra —ella lo cuestiona.

—Cada día, sin importar el lugar ni la hora. No soportaba la idea de irme del todo aunque no durara mucho —se sincera, no tiene sentido ocultarlo.

—En el fondo siempre lo supe, que nunca estuve sola del todo, a pesar de que no pudiera recordarte.

En su momento llegó a odiarlo, también a llorar por él y hasta desear no haberlo conocido, sin embargo, todos sus sentimientos y recuerdos de esa época se fueron diluyendo tan gradualmente que ni se dio cuenta, efecto producido por su naturaleza, que al ser humana casi por completo, no debía relacionarse con el mundo sobrenatural. Ahora es algo que entiende, cualquier clase de rencor ha quedado enterrada en el pasado.

—Gray —Juvia se atreve a preguntar luego de un rato en silencio—, ¿que estés aquí significa que ya...? —deja la pregunta a la mitad, siendo obvio a lo que se refiere.

—Sí —asiente antes de añadir con calma—. Pero alguien como tú no tiene que preocuparse por eso.

Y es cierto, esperó a que no tuviera asuntos pendientes, conflictos sin resolver o algún remordimiento del pasado.

Puede que no haya llegado a casarse o tener hijos, sin embargo, es algo que nunca le importó o le hizo falta; luego de terminar sus estudios, no le fue problema obtener un buen trabajo que le permitió darse la vida que quisiera, mientras que a nivel personal siempre ha contado con buenos amigos y una familia muy unida que nunca le permitió sentir soledad.

Había vivido su vida como correspondía, ahora esa pequeña falla aún no detectada en su corazón solo se convertiría en el primero de un sinfín de torturas para ella y todos a su alrededor, lo mejor para ella y los demás es terminar con todo aquí y ahora, y Gray lo sabe.

—¿Va a doler?

—Solo confía en mí y no pienses en nada más, todo va a salir bien —sonríe una vez más, tendiéndole su mano.

Ella asiente con una leve sonrisa antes de tomar su mano. Gray entonces tira de ella con un movimiento suave y firme, tomando únicamente su alma para dejar atrás aquel cuerpo que dentro de poco no será más que un cascarón vacío.

El vacío que siente al comenzar a desprenderse la abruma por completo, sin embargo, se aferra a las palabras de Gray y solo se deja llevar hacia los brazos del ángel. Ahora es como si se hubiera liberado de una pesada carga, así como todas las preocupaciones triviales pero aún molestas ya no son más que un borroso recuerdo. Ahora solo se siente ligera, feliz y joven, lo cual se refleja en su apariencia de menos de veinte años, como la que tenía al conocer a ese ángel caído que había perdido la esperanza, ese que ahora la observa como si fuera su universo entero.

—¿Ahora sí vamos a poder estar juntos? —ella pregunta, a lo que él ensancha su sonrisa.

—A partir de ahora, hasta el fin de los tiempos —él declara antes de besarla como había querido desde hace mucho tiempo.

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~~~Fin~~~

Ángel caídoWhere stories live. Discover now