26. Final

394 38 800
                                    

Juvia

Sin pensarlo dos veces, en cuanto reúno la energía suficiente para ponerme en pie, salto de la cama y me coloco la ropa que traía ayer. Considerando que no tenía mucha prisa, no he perdido la esperanza de encontrarlo en algún punto, o al menos es así hasta que termino frenando en seco, cayendo al suelo por la inercia.

"La barrera" recuerdo de inmediato. Seguramente no quiera que vaya tras él si va a algo peligroso, pero me niego a dejarlo ir solo, tiene que haber una forma de salir de aquí que no dependa de la voluntad de Gray.

—¡Tengo que ir con Gray, necesito salir de aquí! —exclamo en dirección a Porlyusica. Hasta ahora no me había atrevido a invadir su espacio privado, pero la urgencia del momento me ha hecho olvidar toda prudencia.

La mujer mayor ya parecía estar despierta, aunque lejos de pensar en levantarse; en todo caso, no se toma mi intrusión tan mal como esperaba.

—Imagino que ni siquiera sabes dónde está, ¿qué podrías hacer aun si salieras de este lugar? —cuestiona ella con una calma que me suena ensayada.

—Lo encontraré de alguna forma, me da igual si tengo que buscar en cada centímetro de la ciudad —respondo con toda la determinación que puedo imprimir.

—Supongamos que lo encuentras —dice luego de observarme por algunos segundos—. No hay nada que puedas hacer contra un espectro de baja categoría, mucho menos si es un demonio al nivel de END.

Sé que tiene razón, eso logra desestabilizarme por algunos instantes, pero consigo recuperar la compostura más temprano que tarde.

—Sé que soy débil —admito, no tiene sentido negarlo—. Pero no puedo quedarme de brazos cruzados cuando él seguramente esté arriesgando la vida. Lo poco o mucho que pueda hacer por él, quiero intentarlo.

Ella me sostiene la mirada en silencio durante un periodo que se me hace eterno, luego se levanta de su sitio y se asoma por la ventana.

—Entre otras cosas, ese idiota me hizo prometerle que te protegería, al menos hasta donde me lo permitiera mi capacidad; mantenerte aquí mientras lo de hoy se decide está en mi capacidad.

A cada momento que pasa la impaciencia se apodera aun más de mí, pero no puedo dejar que ella lo note, si me ve desesperada no va a hacerme caso en absoluto; por otro lado, tengo que convencerla pronto, cada segundo que pierdo aquí podría estarlo usando al menos para buscar a Gray.

—Escuche, sé que debe estar pensando que soy una inconsciente, hasta yo sé lo estúpido que suena esto; pero si existe al menos la mínima posibilidad de ayudarle, tengo que intentarlo. No puedo permitir que el hombre que amo se despida y lo deje ir sin luchar nada —espero por algunos momentos, pero no hay reacción alguna en ella, así que insisto—. Por favor, no me lo perdonaría nunca si algo le pasa hoy mientras estoy aquí. ¿Acaso nunca amó algo o alguien tanto que sacrificaría cualquier cosa por no perderlo?

Una vez más me pican los ojos y estoy a nada de rendirme y dejar escapar las lágrimas que se han acumulado, cuando la mujer frente a mí suelta un pesado suspiro antes de verme por el rabillo del ojo.

—Al menos eres consciente de lo terca que estás siendo —dice, ablandando su expresión de forma casi imperceptible, antes de caminar en dirección a un armario—. Vas a tener que llevar algo contigo si pretendes ser más que un estorbo —junto con la última palabra abre ambas puertas de par en par, permitiendo ver una colección de objetos que para describirlos me quedaría corta de palabras, solo sé que, si me atreviera a adivinar lo que es alguno de ellos, seguramente estaría equivocada. Sin embargo, cuando veo el objeto que saca no me cuesta nada identificarlo. Creí que ya tenía esa etapa superada, pero de igual forma un agujero se instala en mi estómago cuando me ofrece el pequeño muñeco blanco; nunca olvidaría como lucen, pasé la mitad de mi infancia fabricando muñecos como ese.

Ángel caídoWhere stories live. Discover now