-Hola, ¿qué tal estás?- lo saludé.

-Muy bien, ¿vosotros?- mintió con maestría.

-Genial. Oye, ahora hemos quedado, pero a ver si paseamos a los perros juntos o te acercas a la casa y aprovechas para visitar a Lupe. Ya sabes que te tiene como un hijo más- sonrió al oír lo último.

-Sí, a ver si me llego por allí pronto.

-Te tomamos la palabra- sonrió una vez más.

-Tranquila, ya os molestaré un día de estos. Bueno, no os entretengo más, si un caso me llego esta tarde o mañana.

-Vale, te esperamos.

-Hasta luego- se despidió Philip antes de meter primera y acelerar levemente. Me despedí agitando la mano de lado a lado, mientras con la otra pulsaba el botón para que subiera la ventanilla. Aquellos ojos color caramelo me observaron hasta que pude perderlos de vista.
Estuvimos callados durante un buen rato, solo hasta que sus pensamientos me hicieron apartar la mirada del paisaje y clavarla en él.

-¿Qué pasa?- preguntó dedicándome una rápida mirada antes de volverla a clavar en la carretera. Apoyé la cabeza en el cristal.

-Dime algo, no seguirás pensando en Carlos como una amenaza, ¿no?

-¿Qué?- sonreí. Me había escuchado perfectamente.

-Que respondas- sonrió divertido por el tono de mi voz.

-Yo que sé nena, está claro que tú le gustas y quieras o no, no puedo quitarme de la cabeza el hecho de que parece un buen chico...- le di un beso en la mejilla consiguiendo silenciarlo.

-Pero yo ya tengo a mi buen chico y al futuro padre de nuestro hijo- sonrió dedicándome una rápida mirada, antes de echarme el brazo por encima de los hombros acercándome a él, para luego besar mi cabeza haciéndome reír.

La ciudad estaba igual de hermosa que siempre, se oscurecía cada pocos segundos por las nubes que entorpecían el paso de los rayos de sol. Los coches pasaban por nuestro lado a toda prisa y en cada semáforo, no nos librábamos de alguna mirada curiosa, lo cierto es que el coche era poco discreto, aunque menos extraño era ver ferraris o porches por aquellos alrededores.
Nunca dejaba de sorprenderme o de llamar mi atención la imagen de los autobuses y las cabinas, ambos en un rojo chillón.

*

-¿Quieres que quedemos para comer?- lo miré.

-¿Tú y yo sólos?

-No, que vengan Marcello y Sophie también, ¿no? Así pasáis más tiempo juntas- sonreí.

-Como quieras cariño- respondí abriendo la puerta. Me tomó de la mano impidiendo que saliera, antes de tirar de mí y besarme.

-¿Y esto?- pregunté quedándome inmóvil aún con su mano rozando mi mejilla. Me sonrió con dulzura.

-Me apetecía- sonreí ahora yo antes de devolverle el beso -Te quiero- me dijo colocando varios mechones rebeldes tras mi oreja.

-No tanto como yo a ti- le dije. Se apartó de mí con una sonrisa picarona en los labios.

-Cierto- salió del coche dejándome allí inmóvil y extrañada por su respuesta.

-¿Cómo que cierto?- pregunté saliendo del coche, antes de coger el bolso de cuero negro del suelo del coche. Rio rodeando el coche, mientras yo cerraba la puerta.

-Porque no te quiero tanto como tú a mí- colocó cada mano a ambos lados de mi cuerpo, atrapándome ante el suyo y obligándome a apoyarme en el coche -Te quiero aún más- besó mi cuello haciéndome reír -Te amo, muero por ti...- lo volvió a hacer.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Where stories live. Discover now