II

2K 41 3
                                    

-Siento haber tardado tanto en haberte contado todo-me disculpé, mientras masajeaba su pierna con la crema de manos que llevaba en mi bolso.

-Es de aloe, no?-dijo Philip cogiendo el pequeño envase blanco de tapón verde pistacho, mientras lo miraba distraído a mis palabras.

-Philip te estoy...

-Sí, es de aloe-dijo con una sonrisita divertida.

-Terminaré por restregarte la crema en la cara como me sigas ignorando-rio por lo bajo.

-Intento decirte que no hay nada que perdonar, menos cuando te he hecho llorar para luego seguir como si nada-dijo apoyándose en ambas manos, colocándolas a cada lado de su cuerpo mientras yo le seguía masajeando la rojez de su pierna. Al decir lo último, lo miré sonriendo levemente.

-Te perdono que siguieses como si nada-dije divertida, provocando una débil sonrisa en sus labios.

-Por cierto-hizo una pausa para apartar su pierna de entre mis manos, para luego arrastrarse atrapándome entre sus piernas.

-Dime-dije algo intimidada por nuestra cercanía. Tomó mis manos tirando de ellas, obligándome a clavar las rodillas sobre la manta que minutos antes habíamos colocado allí.

-Lo de tus padres... Es más por nuestro hijo que por ti?-no esperaba aquella pregunta.

-Pues, la verdad es que principalmente, sí. Ya sabes, por saber si ellos también eran... diferentes y...-en realidad algo me decía que lo de mis poderes, no era algo de solo dos generaciones, así que no solo tendría que averiguar sobre mis padres.

-Y?

-Sobre todo quiero saber cómo es posible-solté aquello en un suspiro más parecido a un resoplo de puro cansancio. Philip me atrajo hacia él por la cintura, cuando me tuvo lo suficientemente cerca, me besó con delicadeza, fue uno de esos besos en los que intercalabas otro con otro después de tomar aire, y el mismo que me despertó un cosquilleo travieso en el vientre. Me aparté viendo su mirada cristalina fija en la mía, sonrió divertido al escuchar mi respiración entrecortada.

-Después de la boda nos pondremos manos a la obra, vale?-me preguntó acariciando mi mejilla antes de intentar colocar un mechón de pelo tras mi oreja, pero fue en vano, el mechón rebelde volvió a deslizarse hacia delante. Rió débilmente.

-Se rebela-reí.

No se por qué ahora me sentía, como los primeros días en su compañía, temerosa por lo que pudiera pensar, nerviosa por su simple tacto y... atontada por el sonido de su risa. Pensándolo bien, creo que el efecto de los primeros días duró, un poquito menos acentuado pero, hasta esa misma noche y tantas otras que quedaban por llegar.
Me abalancé sobre él para besarlo, provocando su risa y provocando que nuevamente terminásemos tumbados.

-Y pensar que ahora podríamos estar tumbaditos en una camita-reí al escucharlo.

-Tú para qué quieres una cama?-pregunté pícara, acomodándome sobre él.

-Mmm... Ahora se me ha ido la idea que tenía en mente-bromeó provocando mi risa y atrayéndome por la cintura para que lo volviese a besar.

-Te amo-dije casi en un susurro a tan solo centímetros de sus labios. Resopló echándome a un lado para luego colocarse él sobre mí.

-Crees que el coche será cómodo?-bromeó provocando mis carcajadas. Me dio un beso fugaz aún con una sonrisa en sus labios-Sin duda yo también te amo-me dijo imitando mi tono de voz, pero a escasos centímetros de mi oído.

Protegida por la cómoda chaqueta de Philip, de estilo universitario en color rojo y gris, la cual había comprado en Londres poco antes de venir a Italia, y entre sus brazos, nos sentamos en el asiento trasero del coche con la puerta izquierda abierta, la misma a la que daban mis piernas ya que me había hecho dueña del asiento casi al completo.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Where stories live. Discover now