I

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Al salir del baño y ver que la habitación estaba vacía, me acerqué a la cómoda aún envuelta en la toalla, para coger un conjunto de ropa interior en color negro.
Le robé una camisa azul celeste a mi chico, que me quedaba grande y hacía que mis manos quedaran totalmente ocultas bajo aquellas largas mangas, por lo que las arremangué un poco haciendo posible la visión de mis dedos finos y ligeramente tostados por el sol.
A Philip lo habían llamado mientras estábamos en el agua, por lo que había salido mucho antes que yo. Al no estar en la habitación, supuse que seguramente estaría abajo en el salón o en la cocina.
Bajé las escaleras corriendo, haciendo que mis pies descalzos chirriaran sobre la resbaladiza superficie marmolea de cada escalón.
Philip no estaba en el salón, así que anduve lento por el pasillo hacia la cocina. Sonreí al ver como acariciaba el pelaje encrespado de Draco mientras lo miraba, por lo que no fue consciente que de mientras, yo lo observaba a él.

-¿Por qué está mojado?- pregunté ahora volviendo a reparar en el pelaje encrespado del cachorro y sus leves tiritonas.

-Draco, papá tiene un trabajo pendiente con tu mami- dijo mirándome de arriba a abajo y antes de dejar al pequeño en el suelo.
Con las prisas por bajar a su encuentro, tan solo había abrochado uno o dos botones de la camisa, por lo que la expresión "semidesnuda", me venía que ni pintada.
Reí cuando se acercó a mí arqueando una ceja a modo de insinuación.

-Tonto- dije aún entre risas.

-Y con motivos para volverme, ¿no crees?- preguntó rodeando mi cintura con sus brazos. Me enganché a su cuello antes de besarlo, a lo que él respondió levantándome del suelo y sonriendo al yo reír aún besando sus labios.
Con su ayuda, rodeé su cintura con mis piernas. Nos mirábamos embobados.

-¿Sabes qué otro poder me gustaría tener?- dijo acariciando mi rostro. Cerré los ojos en un acto reflejo, disfrutando aquel suave y cálido tacto.

-¿Cuál?- pregunté abriendo nuevamente los ojos y clavándolos en aquella bella mirada achocolatada y cristalina.

-Leer la mente-va pesar de que me pilló con la guardia baja, mantuve la compostura. Intenté no hacer ningún gesto -Me encantaría saber en momentos como estos, qué pasa por tu mente. Le sonreí.

-Que te quiero- y era cierto. Que hubiese dicho que quería precisamente mi poder como el suyo, había pasado a segundo plano y un "te quiero" había ganado el primero haciéndome sonreír.
Me imitó, solo que su imitación era como la que podría hacer una marca de renombre de cualquier prenda fabricada para la venta en un todo a cien y no a la inversa. Su sonrisa era sin duda de mayor calidad y tenía más efecto sobre mi cuerpo que cualquier medicina.

-No me lo creo- dijo con seriedad.

-No me van tus bromas señorito- dije igual de seria antes de sonreír cuando a él se le escapó una dulce sonrisa, para más tarde abalanzarme sobre su cuello y morderle.

-Aai- reí por lo bajo. Le di un beso en la mejilla -Me lo debías ¿no?- asentí enérgicamente. Fue una pregunta claramente retórica, pero me gustaba provocarle alguna que otra sonrisilla a cada momento.
Un estornudo interrumpió el silencio que se había creado al quedarnos mirándonos mutuamente. Miré a Draco por encima del hombro de Philip.

-Por...

-Lilian y Lupe no se acordaron- dijo adivinando mi pregunta y mientras me dejaba con cuidado en el suelo.

-¿Que se han olvidado de mi pequeño?- dije haciendo pucheros mientras me acercaba a Draco palmeando mis rodillas. El pequeño corrió en mi busca moviendo su diminuto trasero de lado a lado al compás de su cola ahora despeluchada -¿Cómo está mi pequeñín?- le pregunté acariciando su pelaje esponjoso y frío. Como respuesta obtuve otro estornudo que mojó mi cuello.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Where stories live. Discover now