Viaggio a Londra

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-No sé si me elegirán para la campaña de otoño, Julio es muy bueno.

-Pero tú lo eres más- le dije a Philip tirando de él para darle un abrazo. Se inclinó para darme un beso en la mejilla.

-Espero ser lo bastante bueno para la diseñadora- dijo sonriendo levemente, tomándome de la mano antes de seguir andando -¿Y tú qué tal con Sophie, la cascarrabias?- reí. Así la llamaba yo cuando ella no estaba.

-Bien... Comienza a alabar mi trabajo, lo que creí que no haría nunca- dije mirando el tenue anaranjado del atardecer.

Nos encontrábamos en el paseo marítimo cercano a la agencia. Era sábado, por lo que también era día libre y el toque de queda no tenía lugar hasta las doce de la noche.

-Estaba tardando demasiado- dijo rodeándome la cintura con el brazo. Sonreí sin apartar la mirada del cielo que a cada segundo se tornaba más oscuro -¿Y si dejamos de hablar de trabajo?- lo miré.

-¿Y qué mejor tema se le ocurre a esa mente tuya?- dije observándolo divertida, intentando acariciar cada rasgo de su rostro con mi mirada. Seguía sin utilizar con él mi don y por suerte mi control nunca me había fallado en su presencia.

-Aún no me has respondido a lo de ir a visitar a mi familia en Londres- dijo mirándome a los ojos como si intentara descifrar mis pensamientos. Sonreí ante aquella idea -¿Qué te hace gracia?- preguntó sonriendo, pero no sin ocultar su interés, que era delatado por aquel ceño ligeramente fruncido.

-Nada...- hice una pausa para pensar en su propuesta. Lo cierto es que tenía miedo.

-¿Y bien?- lo miré. Habíamos dejado de caminar para detenernos en mitad del paseo, entorpeciendo el paso de algunas de las muchas personas que por allí paseaban.

-No lo sé Philip- dije teniendo que esquivar luego su mirada decepcionada -No...- respiré -No me gustaría encontrarme en una situación incómoda. Cuatro de cada cinco madres aceptan a las novias de sus hijos y de esas cuatro solo dos lo hacen con real agrado- dije usando estadísticas imaginarias, provocando su risa.

-¿En serio lo que te preocupa es no caer bien a mi familia?- me acarició la mejilla -Cincuenta de cada cien personas te adoran aún sin conocerte.

-¿Y qué ocurre con la otra mitad?- bromeé ante su exageración.

-No tienen la suerte de conocerte realmente- dijo seguro de sus palabras, haciéndome sonreír -Si te conocieran tendrías al cien por cien ganado- sonreí entre divertida y avergonzada por sus palabras, antes de bajar la mirada. Me levantó la barbilla y tras quedarse mirándome fijamente a los ojos, me besó con dulzura en los labios.
Seguimos nuestro paseo ya a la luz de las farolas.
El sonido del mar, que ensordecía el murmullo de la gente, era relajante.
Niños y niñas jugaban en la arena pidiéndose unos a otros que pasaran la pelota. Me encantaba ver a los niños jugar, podía pasar horas escuchando sus risas divertidas, viendo sus sonrisas de alegría, tan dulces, inocentes... Soy de las que pensaban que todos eran preciosos, siempre y cuando no fueran míos.

-Cada vez que te quedas embobada con los niños, te imagino siendo madre- sonreí.

-Menos bromas- rio.

-Por cierto- comencé a decir -Me parece bien.

-¿El qué?- preguntó frunciendo el ceño.

-Ir a Londres- ahora tan solo sonrió con verdadera alegría.

-¿En serio te gustaría?- me preguntó.

Gustarme es decir mucho- Pensé.
Asentí con la cabeza. Me abrazó para luego darme un beso en la cabeza.

Ya eran las doce menos veinte cuando regresamos a la agencia.
Desde que mi padre firmó aquel contrato, era mi obligación quedarme allí como si fuera un internado, solo que más divertido al estar haciendo lo que me gustaba.
Fuimos a mi residencia.

-Hola Philip- le saludó Lisa, una de las de ese cincuenta por ciento al que no le gustaba, insinuándose en cada letra de la frase -Megan- me saludó con sequedad.

-Lisa- dije fríamente sin mirarla mientras seguía nuestro camino, de la mano de Philip.

-Recuerda que los chicos no pueden dormir en nuestra residencia.

-Qué sería de mi sin tus recordatorios Lisa, en serio- dije sarcástica, sin mirarla.

Más de una vez hice uso de mi don con ella y fue bastante divertido. Me tenía una envidia más que estúpida, es una chica indiscutiblemente hermosa, pero si por algo me caía mal a mí no era por eso, sino por su, comprensible, obsesión con mi novio.

Entramos en mi habitación, más parecida a un pequeño apartamento.  Tenía cocina americana, una mesa para cuatro, un pequeño salón, balcón con vistas al paseo marítimo y a la piscina de la agencia, una habitación a parte con un enorme armario empotrado y un cuarto de baño en su interior...

-Me encanta lo bien que os lleváis tú y Lisa- dijo tomándome por la cadera, antes de besarme en el cuello.

-No tengo nada en su contra, pero ella se lo busca. Ah bueno sí hay algo.

-¿El qué?- dijo tirando de mi hacia el sofá.

-Que quiera quitarme a mi chico- dije antes de besarlo.

Podía estar besando sus labios durante horas. Apoyé la cabeza en el reposabrazos del sofá, mientras él se acomodaba sobre mí para seguir besándome con dulzura.

-Con mi princesa hasta el final- dijo en un susurro, mirándome fijamente con aquellos ojos color chocolate mientras acariciaba mi mejilla con las yemas de los dedos. Sonreí -Increíble que una cría como tú haya conseguido robarme el corazón de esta manera- dijo suprimiendo una sonrisa. Sabía lo mucho que me molestaba que me llamara cría. Lo empujé haciendo que comenzara a reír antes de besarme nuevamente sin dejar de sonreír.

-Tonto- dije sonriendo antes de quitármelo de encima y caminar hacia la habitación. Antes de poder posar la primera rodilla sobre la cama, tuve que dar un grito entre risas cuando Philip se echó contra mí haciéndome caer y logrando que nuevamente quedáramos uno sobre el otro. Dejó que me diera la vuelta.

-Pero este tonto te quiere- dijo antes de darme un beso fugaz.

Se deslizó un poco hacia abajo para luego apoyar la cabeza en mi pecho. Comencé a masajearle el cabello.

-¿Te quedarás aquí?- pregunté sin parar de acariciarlo.

-No es recomendable- dijo sin moverse. Su voz sonaba débil, por lo que deduje que se estaría durmiendo.

-Ya, ni tan poco era recomendable que me besaras la primera vez y míranos- rio entre dientes.

-Mañana iré a hablar con Sophie y Jordy, para pedirles permiso- ahora la que se dormía era yo.

-¿Permiso para qué?- pregunté prestando toda la atención posible.

-Para hacer el viaje a Londres en la próxima semana.

-¿Cuánto estaremos?

-No sé, en principio les diré un mes y si al final decidimos que queremos quedarnos menos o más, cambiamos allí la fecha de los billetes.

Vale... Acababa de desvelarme.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Where stories live. Discover now