-¿Preparo ya el del niño Philip o aún duerme?- preguntó.

-Sí por favor, el estómago me ruge- dijo Philip acercándose para robar mi sándwich antes de sentarse en uno de los taburetes.

-Eeh tragón, ese es mío- le dio un bocado.

-Ahora te preparo otro mi niña- dijo Lupe. Me acerqué a mi tragón para darle una colleja antes de sentarme a su lado. Se frotaba la nuca mientras reía aún masticando.

-He llamado a Sophie.

-¿Y qué te ha dicho?- dijo tras tomar un trago también de mi zumo.

-Hemos quedado en Hyde Park a la una.

-Vale, yo te llevo.

-No, da igual, para que puedas hablar tranquilamente con Marcello yo iré andando, así llegaré más o menos a en punto.

-Aquí tienes- dijo Lupe dejando el plato frente a mí. Le sonreí a modo de agradecimiento.

-Sabes que no dejaré que te vayas sola.

-No soy una cría- hizo una mueca poniendo en duda mi palabra. Reí dándole otra colleja.

-Oye, no lo tomes por costumbre- dijo con diversión en la voz mientras se frotaba nuevamente la nuca.

-Jo- puse carita de corderito degollado.

-Bueno- arrastró las vocales haciéndome reír, antes de darme un beso en la mejilla para luego bajar del taburete y andar hacia la nevera. Sacó una botella de zumo de mango y bebió a morro. No pude evitar reír a carcajadas cuando Lupe le dio otra colleja.

-¿Pero qué os ha dado por pegarme?-Lupe le quitó la botella de las manos.

-Hay vasos señorito, no sea usted guarro- Philip rio avergonzado antes de disculparse.

Poco después Lilian entró a la cocina ya sin la cesta, por lo que supuse que la ropa estaría ya doblada y colocada en su sitio.

-¿A qué venía el beso de antes?- le pregunté una vez tragué el último bocado de mi sandwich. Rio.

-A que la noche de ayer fue perfecta y todo gracias a ti- se apresuró para acercarse y plantarme otro beso en la mejilla. Sus pensamientos se dispararon de inmediato obligándome a bloquear mi don.

Lo dicho, no siempre se lee en las mentes ajenas lo que a uno le apetece, o eso o que los pensamientos de Lilian tenían demasiados detalles que me hubiese gustado omitir.
Reí con mis propios pensamientos.
Les pedí a ambas que desayunaran con nosotros, así que me hicieron caso y comieron algo.

*

-Nena, ¿nos vamos?- me dijo mi chico asomándose a la puerta, tras volver de la habitación con mi bolso.

-Bueno chicas, nos vemos a la tarde- les dije dejando al pequeño Draco en el suelo. Les envié un beso por aire, antes de despedirme con un gesto de la mano y marcharme con Philip.

-¿Ese no es Carlos?- preguntó Philip una vez me metí en el coche tras cerrar el portón. Un chico Rubio, vestido con una camiseta rosa, unos pantalones negros y unas zapatillas del mismo color, se acercaba desde lo lejos. Al poco Linda lo adelantó para detenerse, frenética por entrar, ante la puerta de su casa.
El coche se movió con lentitud. Al principio Carlos se quedó mirando el coche con seriedad, luego optó por saludarnos. Bajé la ventanilla, por lo que Philip paró instintivamente.

-Hola- nos saludó. Se notaba en su rostro que no se encontraba especialmente bien, parece que compartíamos parte de nuestro estado de ánimo. Algo lo preocupaba, pero no se permitía a sí mismo pensar en ello, intentaba pensar en cosas positivas.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon