Cap. 36: Omitir

961 75 0
                                    

Nevenka.

Estoy terriblemente cansada. No debería ser legal obligarnos a despertar tan temprano y estar miles de horas en clase. Al despedirme de Maureen, me fui directo a mi cuarto, esperando descansar. Pero creo que no podre, porque Bruce está cómodamente en mi escritorio leyendo uno de mis libros.

-¿Qué haces aquí?-pregunte quitándole el libro.

-Huy pero que humor. Necesitas relajarte- se levantó y me tomo de la cintura.

-No quiero nada contigo Bruce, por favor quiero descansar- dije evitando su mirada.

-Maldita sea- me soltó bruscamente- pensé que estábamos bien. ¿Por qué lo complicas todo?

-Solo porque no quiera acostarme contigo hoy no significa que estemos mal.- me sonroje.

Tomo nuevamente mi cuerpo y lo acerco a sí mismo. Beso mi mejilla y luego deposito un beso delicado en mi cuello. Me hizo jadear.

-Me encanta tu efecto conmigo- rio en mi cuello.

Su aliento caliente contra mi piel me hizo estremecer. Subí su cara a la altura de la mía y lo bese apasionadamente.

Sus manos acariciaban mi espalda y yo revolvía su cabello. Comenzó a levantar mi camisa, por lo que facilité su trabajo sacándola por mi cabeza. Él sonrió satisfecho e hizo lo mismo. Me tomó de las caderas y enrolle mis piernas a su cuerpo, acercándolo más a mí. Camino hacia la cama, y me acostó en ella. Luego subió sobre mí.

-Lo que necesitas- susurro en mi oído- es relajarte- acaricio mi muslo, me hizo gemir en respuesta- a eso me refiero.

La temperatura había subido considerablemente. Terminamos entre besos y caricias de desvestirnos, luego de tentarme un par de veces; entro en mí. Me sentía sensacional. Al terminar, me dio un beso en la mejilla y se durmió a mi lado. Al poco rato caí rendida yo también.

-Nevenka, me tengo que ir- Bruce movió mi brazo despertándome. Abrí un poco mis ojos y me di cuenta que ya estaba vestido.

-Ok- dije con voz adormilada.

Con una caricia en mi frente salió. Cerró la puerta haciendo el menor ruido posible. Seguí durmiendo hasta el toque del despertador dado por el internado.

Tirándolo al piso, lo apague. Cinco minutos desperezándome, y después me levante e hice mi rutina normal. Mis mañanas se han vuelto iguales desde hace dos semanas.

Desayune sola, no encontré a Andy ni a Maureen por ninguna parte. Quizás están con sus chicos o con Vicky y Cassie.

Me tomé el vaso de jugo de naranja y corrí a mi clase de Matemáticas. No me perdería al hermoso profesor ni por un segundo.

Andy estaba en el último asiento, pegada mirando la ventana. Mire de reojo que había afuera y eran los chicos que ahora jugaban futbol.

Me explico. El internado tomo la decisión de realizar actividades extracurriculares para no aburrir a los alumnos, y futbol era una de estas actividades. Los chicos más deseados estaban allí, incluyendo a Bruce. Todas babean en los entrenamientos de estos chicos.

Me senté al lado de Andy, despegándola de su trance. Me miro y sonrió.

-¿Qué hay?- pregunto.

-Nada.

Saque mis cosas y el profesor entró. Avanzada la clase, discretamente mi compañera de banco coloco una hoja de papel en mi cuaderno.

“Desde cuando te acuestas con Newman?”

Mis ojos se abrieron como platos y me ahogue con mi propia saliva. Todos voltearon y se me quedaron mirando. Momento incomodo, porque el profesor me miraba divertido.

-Disculpe, me he ahogado.

-Si me di cuenta- sonrió el profesor Robert Mcclaire.

Mire a mi amiga, quien tenía una sombra de sonrisa mientras anotaba en su cuaderno lo escrito en el pizarrón.

Tome el papel y escribí de vuelta.

Como sabes eso?”

Se lo di en silencio, ella seguía actuando como si estuviera concentrada en lo que decía el profesor.

Le he visto saliendo de tu cuarto… muy sonriente”

Esta mujer se entera de todo. No sé cómo lo hace, pero en este momento ciento mis mejillas arder.

“No se lo digas a nadie, por favor. Prometimos mantenerlo en secreto”

Confiaba en que no saliera a la luz nuestras… juntas por así decirlo.

“Trato hecho”

Eso fue lo último que escribimos hasta el término de la clase.

-Emm señorita Strouss, ¿se puede quedar un momento?- pidió el profesor.

-Es Strauss- me miro- te veo donde siempre.

Asentí y me fui al árbol. Sonreí al recordar la noche anterior y pensé en que quizá no sería tan malo que la gente supiera lo de Bruce y yo. 

Locuras AdolescentesWhere stories live. Discover now