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A Samanta nunca le gusto hablar mucho sobre sus padres, pero en alguna ocasión, menciono el gran parecido físico con su padre; pensé que seria en un futuro muy lejano cuando lo conocería, pero me gustaba imaginar aquella escena de nosotros en una ...

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A Samanta nunca le gusto hablar mucho sobre sus padres, pero en alguna ocasión, menciono el gran parecido físico con su padre; pensé que seria en un futuro muy lejano cuando lo conocería, pero me gustaba imaginar aquella escena de nosotros en una mesa durante una navidad comiendo pavo asado, aunque tenia en mente que Samanta no acostumbraba a hacer esas cosas. 

—Buenos días —me dijo su padre, se notaba cansado, pero con mucho esfuerzo consiguió esbozar una sonrisa—. ¿Necesita algo?

Su voz sonaba ronca, igual de rota a la de aquella vez que atendió el teléfono. 

—¿Es usted el padre de Samanta?.

No necesitaba afirmación, pero no se me ocurrió que más preguntar.

—No quiero dar ninguna declaración de nada.

—No soy reportero —le dije —. Soy.... Owen.

Entrecerró los ojos y frunció sus cejas, debía de estar recordando dentro de su cabeza quien era. Esperaba que Samanta le hubiera dicho sobre mi pero probablemente nunca le menciono que tenia un novio.

—Yo era... —mi voz se entrecorta — su novio. 

Permaneció en silencio. El hombre mordió sus labios, bajo la mirada, un par de lagrimas desprendieron de sus ojos. 

—¿Quieres pasar adentro? Hace mucho frio, a este punto te vas a poner rojo por el aire helado. 

Hacían falta muchas cosas haciendo ver la casa vacía. No estaban los sofás o la televisión, en el fregadero había una montaña de platos sucios acumulados esperando a ser lavados. La mesa de la cocina estaba sin ningún espacio restante, toda era ocupada por una computadora y restos de cables. La casa era un desastre.

—¿Quieres algo de tomar?

—Estoy bien, gracias.

El hombre asintió y se sirvió a si mismo una taza de café. Logro hacer un espacio en la mesilla quitando todos los cables posibles, pero los tiro al suelo como si no tuvieran valor.

—¿Necesitas algo de mi?

Una perra pug color negra empezó a correr escaleras abajo en cuanto escucho como el padre de Samanta abría una bolsa de pan. Se quedó sentada a su lado, esperando a que le diera un pedazo de comida. 

Ginneber; la perrita que Samanta se la pasaba tomando fotos y de vez en cuando posteando en su Instagram.

— ¿Ella era su mascota?

—Si. El mejor regalo que le pudieron dar. 

—Lo que paso es terrible —empecé a hablar, procurando que no se formara un hilo en mi voz —, vine porque creo que usted no está enterado de todo.

—Hasta ahora sé que ese cerdo la acosaba y llego a secuestrar a Ginneber....

— ¿Qué?

—Al parecer tu eres el que no sabes muchas cosas —dijo —. Marlo, su ex amigo, secuestro a Ginneber y le pidió a mi hija que se vieran en el Colosio, en la noche... el maldito tiro a su perra al agua y Samanta inconscientemente se hecho a salvarla. No sabía nadar, ella pudo morir ahogada. Pero no es solo eso, luego ese muchacho de ojos verdes...

Cinco Minutos Más©༯✰Where stories live. Discover now