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Antes mi parte favorita del día era cuando comía con mis padres, siempre habían sido pocas las ocasiones donde nos sentábamos los tres juntos en una misma mesa, pero se esforzaban por buscar un momento para hablar sobre historias ficticias o anécd...

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Antes mi parte favorita del día era cuando comía con mis padres, siempre habían sido pocas las ocasiones donde nos sentábamos los tres juntos en una misma mesa, pero se esforzaban por buscar un momento para hablar sobre historias ficticias o anécdotas de cómo fue su vida estudiando y trabajando en un rancho para pagar la universidad; recuerdo como sonreía al imaginarme a mi padre en lo alto de la sierra junto a mi madre y todos sus amigos acampando en las noches de verano en el noventa y siete o siendo perseguidos por campesinos furiosos después de accidentalmente ocasionado que un cerdo se escapara de su matorral.

Ahora, es la parte del día en la que me siento más sola. Ellos están aquí, sentados a mi lado comiendo sopa de pollo pero están más interesados en sus teléfonos que en hablar conmigo. Primero pensaba que era trabajo y que no podía amonestar la falta de atención a la hora de comida, pero ya ni siquiera es trabajo. En el caso de papá, mira vídeos en facebook sobre fútbol y esas cosas, en cuanto mamá, busca en Pinterest ideas para bordados, bufandas y cocina. Yo soy la única en la mesa concentrada al cien por ciento en comer.

— ¿Puedo irme? —pregunte.

Ninguno de los dos me respondió, así que opte por simplemente levantarme sin decirles nada. Esto es normal, pasamos de ser una familia tranquilamente unida a ser tres extraños viviendo en una casa silenciosa y melancólica.

No sé de qué humor se encuentran y no he buscado el momento correcto para informarles que deben de ir a la escuela la mañana siguiente para escuchar quejas de la maestra de biología sobre mí y mis preguntas "inadecuadas", de lo contrario, no voy a poder entrar a su clase hasta que ellos hagan acto de presencia.

Pero no pienso decírselos, aunque tampoco tengo en mente alguna solución. De momento, solo me recuesto en mi cama y me coloco los audífonos mientras acaricio a Ginneber con los pies, subo el volumen de mi canción cuando escucho que mis padres ya están peleando de nuevo en la planta baja. La voz de Lorde tranquiliza todos mis pensamientos, no sé qué hare para volver a el salón de biología sin tener que llevar a mis padres, tampoco sé que hare para pasar algebra o los otras tres materias donde no he estado entregando suficiente evidencias; mi vida escolar está por debajo del suelo, y es sorprendente como no necesite más de un mes para tener una mala reputación con los maestros como en el primer semestre que estudie en esta escuela.

Cuando él llego estaba dejando a un lado mi irresponsabilidad académica y estaba intentando volver a encontrar cierta paz con mi vida; por alguna razón todo el tiempo que estuvimos juntos al menos mis notas subían, quizás me hacía bien o quizás yo lo hacía porque sabía que él necesitaría quien lo ayudara a pasar las materias después.

Siempre fue un distraído fenomenal, y me quiero tampoco que me hace sentir mejor saber que no solo a mí me descuidaba.

La siguiente canción que se reproduce es Hard Feelings/ Lovelees, también de Lorde. Cierro mis ojos y reprimo cualquier lagrima que quiera salir de ellos, habíamos hablado sobre esta canción en una noche de junio, recuerdo haberle dicho que cuando él me rompiera el corazón se lo agradecería porque finalmente comprendería de una manera más significativa la canción.

Cinco Minutos Más©༯✰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora