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Hace cinco años conocí a la persona más sincera, amable, divertida y valiente que creía que existía

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Hace cinco años conocí a la persona más sincera, amable, divertida y valiente que creía que existía. Muchos lo tomaban por un payaso y como un chico sin sentido que solo quería llamar la atención y hacerse el importante. Era un niño regordete, con necesidad de usar grandes anteojos y sentarse cercas del pizarrón. Estaba en primero de secundaria y aparentaba ser un niño de cuarto de primaria.

Es probable que me hubiese dejado llevar por lo que decían todos sobre él y no me hubiera detenido a si quiera conocerlo si no fuera porque en una ocasión, la maestra de biología (o quizás historia, realmente ya no lo recuerdo), nos puso juntos a contestar un cuestionario en una laptop. Él no sabía utilizarlas, lo ayude, y en esos cincuenta minutos donde convivimos supe que todo lo que decían de él no era verdad, su simpatía y buen humor no era fingido, era su naturalidad.

Y nos hicimos amigos, mi vida se oscureció poco a poco en esos momentos, mientras que la de él se iluminaba despacio, nuestra amistad duro alrededor de todo el primer año y mitades del segundo; fue divertida, cada vez que mis padres peleaban él era el primero a quien se lo contaba, al que recurría en un día gris, también en los felices. Era mi mejor amigo, y lo llegue a considerar como mi hermano.

Pero le pasaba, las cosas parecían mejorar para él pero aun había ese algo. Ya había adelgazado, mientras que unos aun lo fastidiaban otros ya lo aceptaban, tenía un círculo social más grande y los chavos del futbol querían jugar con él. Quizás eso no fue suficiente, debía de querer más.

Su solución fue tomarme una foto.

Un árbol nos tapaba del sol, estábamos comiendo papas fritas esperando a que los demás llegaran. Saco su teléfono, yo empecé a reírme por como cantaba desafinadamente.

No sabía que me estaba poniendo un filtro en mi cara, creando una de las mayores inseguridades que tendría durante los siguientes años.

Y después, yo sería una burla en la escuela, pasaría de ser alguien simpática a "la caballo", los peores años se aproximaban más rápido.

Y en nuestro último año de preparatoria, no solo seriamos enemigos declarados, si no que su odia sería más grande que el cariño que una vez me tuvo. No pensaba que ese niño regordete se convertiría en un adolescente vengativo y enfermo que indirectamente me gritaba "muérete".

Me cuestione durante un tiempo porque lo había hecho, y como se destruyó nuestra amistad. Pero después de que la gente se enfocara en odiarme, a él lo quisieron, era el alma del salón, el chavo buena onda que tristemente empezó a destacar y tener más amigos por bajarle el autoestima a los otros.

No llega ninguna patrulla, pero aun así corrí lo más lejos que pude, no lloro, no puedo hacerlo, mi cerebro o algo lo está evitando. Pero tengo unas ganas inmensas de soltar un gritó y lanzar piedras hacia algún lado, tal vez quiero golpear algo.

Mi teléfono no estaba en la mochila, afortunadamente lo tenía en el bolsillo de mi pants escolar. Pero se le ha estrellado la pantalla, nada grave. Tenia cinco pesos en mi bolsillos, eso no me alcanzaba para un pasaje de autobús, aparte, no es como que quisiera incomodar a todas esas personas con el olor a basura que emanaba mi ropa y cabello.

Cinco Minutos Más©༯✰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora