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— ¿Qué haces aquí?

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— ¿Qué haces aquí?

—Un abrazo me hubiera gustado más que es reacción, pero la aceptare —bromeó.

—Lo siento —sacudí la cabeza y le di un abrazo —. ¿Pero cómo...has venido?

— ¿Avión?— rio —, estoy de vacaciones. La escuela ya no tenía nada de bueno y quería venir a verte.

—Has cambiado.

Darwin había crecido unos centímetros más que yo, su cabello estaba castaño claro y le hacía falta un corte desde hace un mes. Su cabello caía en todas direcciones, estaba más largo que el mío y eso que yo nunca podía retener los cabellos que me caían encima de la cara. Quería preguntarle tantas cosas, pero actuaba como si hubiese sido ayer la ultima vez que lo vi. 

—Si. Tú ahora eres rubio. Llegue hace unas horas, tu hermana me dijo la dirección. Ella me busco. Siento lo que paso, con todo, sabes de que hablo. 

Asentí e hice una mueca.

Fuimos un rato a mi habitación y estuvimos conversando sobre sus días en los estados unidos, nuestra confianza y  comunicación seguía siendo tan fuerte como la ultima vez que lo vi, y hasta ahora, me entero que me había enviado un montón de cartas durante mi juicio, cartas que nunca recibí porque el cartero se las había vendido a unos reporteros que crearon otra noticia falsa a base de esas cartas.

Luego le conté que había pasado aquí. Sobre Santiago y Tamara, y sobre Samanta. 

— ¿Tienes fotos de los lugares? —me preguntó. 

— ¿Quieres ir a ver alguno?

— ¿Ahora? ¿No crees que es muy tarde?

—No. No lo creo.

—Tus padres se molestaran.

—No lo harán. Lo sabes.

Conduje hasta el vivero de la abuela de Sam. Nadie estaría ahí, eran las once de la noche y supongo que un vivero casi abandonado seria el último lugar que alguien visitaría. Darwin puso en el estéreo una canción de Lorde que escuchábamos en Londres antes de todo lo malo. y quería que la quitara, por que ella era una de las artistas favoritas de Samanta. 

Antes  vivíamos por esa canción, siempre había deseado bailarla y o subirme a una camioneta al estilo de Charlie en las ventajas de estar invisible y cantarla a todo pulmón solo con el viento rebotándome la cara.

SI, Darwin y yo éramos lo bastantes penosos en cualquier situación para hacer eso. Además no contábamos con una camioneta.

Roció agua en cada una de las plantas cuando llegamos, me di cuenta que estaba ya mucho más abandonado que antes. Quizás estas plantas dependía de Samanta, y ahora que ya no estaba, ellas también morirían. 

—Tengo una novia —me dijo Darwin haciendo que sus mejillas se coloraran —. Es muy linda, absolutamente mi tipo.

— ¿Marginada?

Cinco Minutos Más©༯✰Where stories live. Discover now