EL ELEGIDO

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No transcurren sino un par de minutos, hasta el momento en el que el agua comienza a colarse a través de las junturas de la enorme puerta del hangar. La chica piloto se ha lanzado fuera del Carrier, y comprendo que intenta ensamblar la pieza faltante. En cuanto a los demás soldados, todos se mantienen dentro de la nave, observando como el lugar empieza a inundarse velozmente.


¡Piloto! ¡Date prisa! ―grita Knox a través de su máscara, manteniendo un tono que se oye tan nervioso como demandante.

A mi lado, uno de los soldados se retira la máscara y confirmo que se trata de Louis. De alguna forma, sigue siendo el mismo chico de ojos muy azules que recuerdo, pero su expresión es otra. Ahora luce mucho más serio...

―Me alegra ver que estás bien. ―dice él, justo después de aclarar su garganta.

― ¿Ah sí? Ya. Gracias... Estaría mejor si no hubiese tenido que pasar dos años metido en una copia de mi mundo. Ya sabes. ―farfullo, y él desvía la mirada.

―No fui yo quien te metió ahí. Yo solo hice lo que se supone que debía hacer. ―eso no lo exonera desde mi perspectiva.

― ¿Y qué hay del resto...? ―inquiero, pero antes de que él pueda responder, la chica piloto aparece. Ella va completamente empapada.

¡Listo! ¡Todos a sus puestos! ―bufa, y luego se lanza de lleno sobre la cabina de mando de la nave. Junto a ella, Knox.

Para el momento en el que la nave comienza a elevarse, el agua ha empezado a lavar el suelo metálico del Carrier, mojando mis pies que van cubiertos solo por un par de sandalias de goma.


El vehículo empieza a ascender lentamente, en medio de un zumbido eléctrico que he escuchado quizá un millón de veces a la fecha. Cada uno de los soldados ha ocupado un puesto dentro de la cabina de carga- incluyéndome-, por lo que hay un amplio espacio justo en medio del Carrier.

Frente a mí se encuentra el soldado de antes- ese que me llamó "Vin". No lo he perdido de vista, y aunque todos se ven igual a causa de sus trajes de combate, estoy completamente seguro de que es él.


Finalmente estamos en el aire, a varios metros por encima de la creciente que promete sumergir el hangar hasta el fondo oceánico. Todo se mantiene en calma, como cuando una tormenta acaba de destrozar un pequeño pueblo en Kansas.

Repentinamente, justo en medio de esa funesta quietud-


¡FOOSH!


Un fogonazo justo en medio del Carrier, entre las dos filas de asientos con soldados. Lo que aparece, no es precisamente el mismo Segador de antes- o por lo menos no en su totalidad.

Lo que veo, es un tumulto de carne, tejidos y huesos que parece retorcerse como lo haría un pez fuera del agua. De eso, pende un trozo largo de músculo que sostiene una punta huesuda, la cual surca el aire como intentando golpear lo primero que se encuentre.


¡Saquen a esa mierda de la nave! ―ordena Knox al frente, viendo como la cosa se sacude violentamente.

Todos evitamos ser golpeados por la punta huesuda, tarea que se dificulta al estar unidos a la pared del Carrier por medio de los cintos de seguridad.

En un parpadeo, el afilado trozo de hueso se impulsa en dirección a mí, y se clava levemente en mi hombro derecho, hundiéndose apenas un poco en mi piel. La sangre no se hace esperar, y aunque tengo la certeza de que no es nada grave, la cantidad de rojo que fluye por debajo de mi camiseta es bastante escandalosa.

DIOS DE SANGRE • Antología Vincent Foster • IVWhere stories live. Discover now