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Desde que pude levantar la mitad de mi peso, a los once, las cosas han sido así para mí...

Me levanto.

Me pongo el uniforme.

Tomo una herramienta.

Y desfilo junto al resto, hasta alcanzar la Zona Designada. Once horas de labor, hasta que todo se repite al día siguiente. Apenas si nos detenemos para comer- eso cuando hay qué comer.

"Perro", "basura", "peste", "hijo del diablo", son algunos de los calificativos que le dan a los de mi clase...

"Calificativos"... esa palabra me la enseñó la Sra. Trusdale... No soy tan listo como para conocer una palabra tan complicada, sin que alguien me la hubiese explicado antes...

¿Por qué es así mi vida? Aun no lo sé con exactitud. Eso nadie me lo ha explicado. Solo sé que ha sido así desde siempre...

Ellos hablan de "purificar la Tierra", aunque tampoco sé qué significa eso... Casi siempre hablan en ese extraño idioma del que no entiendo ni una sola frase. Apenas si logro comprender el único idioma que conozco...

En ocasiones, se llevan a una docena o más de nosotros, y una vez que eso ocurre, nunca son devueltos. Eso fue lo que le pasó a mis padres y a mis hermanos mayores- se fueron, y jamás regresaron...

En cuanto a mí, solo puedo seguir trabajando- día, tras día, hasta que mis huesos crujan dolorosamente.

Ayer, cumplí diecisiete años, o eso creo... Es difícil llevar la cuenta... La tía Vera intentó conseguir harina y azúcar para hornear un poco de pan dulce para mí, pero- ella se fue, y tampoco ha vuelto. Quizá no vuelva.

Estoy en mi habitación, tallando un trozo de madera que cogí del aserradero camino a casa... Ni siquiera soy bueno tallando, pero hago lo que puedo. Estoy intentando hacer un perro, y aunque nunca he visto uno, me guío por lo que la tía Vera me contó acerca de ellos... Una cola peluda, cuatro patas, un hocico alargado y orejas puntiagudas...

La luz de la lámpara que me ilumina parpadea cada tanto, señal de que hay una corriente de aire entrando a la habitación... Ha de ser por eso que hace tanto frío...

Me pongo de pie, y camino hasta detenerme frente a la ventana, aun sosteniendo el madero y la navaja que uso para retirar pequeños trozos de madera con cada corte. Ya son más de las dieciocho horas, por lo que nadie está fuera de casa- le llaman "toque de queda"... Veo la soledad que invade nuestro gueto, como si todos hubiesen desaparecido de golpe.

Más allá de las casas, sobre las colinas que conectan con el acantilado, alcanzo a ver la intensa luz que emana del interior de ese enorme fortín, ocupado solo por esos que cargan consigo brazaletes rojos... Dicen que ahí llevan a las personas que desaparecen- o mejor dicho- ahí desaparecen a las personas que se llevan...

Cubro la ventana con la cortina gris que cae de un poste adherido a la madera del marco, buscando evitar que el aire invernal siga colándose y pueda causarme un resfriado. Enfermarse es lo peor que le puede suceder a un hombre... Las mujeres hacen el pan, lavan la ropa, tejen e incluso entretienen a los del idioma extraño, pero los hombres, sin importar qué, somos de mucha más utilidad para ellos...

Es difícil dormir a causa del dolor en la espalda, pero debo intentarlo... Mañana será un día igual o peor que hoy y que ayer... Aunque, quizá no tan duro como pasado mañana.

DIOS DE SANGRE • Antología Vincent Foster • IVWhere stories live. Discover now