CISNE

7 1 0
                                    

―Dios, ¿cómo puedes estar comiendo golosinas mientras te desangras por un brazo, y un monstruo trata de arrancarte la cara? ―rezonga Shawn a mi lado, guardando la pequeña lata de spray que usó para rociarme un vapor helado en la herida que llevo.

―La pregunta real aquí es: ¿cómo demonios es que apareces TÚ a salvarme el culo, y no mis "compañeros" Ryukami? ―digo, después de tragarme un gomicératops. ― ¿Dónde mierda están todos?

―Ocupados. ―responde, y luego me mira rápidamente, apartando la vista del camino, mientras acelera un poco. ―Aparecieron varias de esas cosas cerca de Babel... Todos los Ryukami están en Yomi.

― ¿Qué? ¿Aparecieron en el Distrito Central? ¿Así nada más?

―Sí, Vincent, "así nada más". ―masculla, devolviendo la vista al frente.

Tomando una nueva gomita, la uso para señalar a Shawn.

― ¿Y tú cómo es que sabías dónde estaba yo? Pensé que estabas enojado.

―No estoy enojado. ¿Qué edad crees que tengo? ¿Diez? El punto, es que escuché lo que estaba sucediendo en el tranvía, y supe que tú debías estar ahí... Fue donde te dejé hace quince minutos... ¡Sabía que esto pasaría! ¡Por eso quise alejarnos de todo por un rato!

Justo he empezado a masticar mi gomidáctilo, cuando me atraganto con esas palabras.

― ¿Cómo dices? ¿Sabías que esto iba a pasar? ―lo miro intensamente.

―Pues, no literalmente- es decir-, tenía un mal presentimiento... Eso es todo. ―no sé si miente, no puedo saberlo.

―Sí, sí... ¿Intuición femenina? ¿Tus gaybilidades en acción? Pues, vale. Te cuento algo que no sabes de mí: mi gaybilidad principal, ¡es ser jodidamente engañado por todo mundo! ¿Ya debo añadirte a la lista? ¿O cuándo?

Él me mira.

―No te estoy mintiendo. ¿Crees que de haber tenido conocimiento de esto, no te lo habría dicho? ¡Por Dios! No soy como tus amiguitos los Fujima. A mí sí me interesa tu vida, más allá de lo que puedas o no hacer por mi familia. Mierda.

Es la primera vez que escucho un taco viniendo de Shawn. Es... ¿lindo? Como un gatito gruñendo.

―Ya. Vale. No vas a la lista entonces. ―mascullo, dejando las gomitas de lado. ― ¿A dónde me llevas? ―cuestiono, al ver que empezamos a salir de la zona citadina.

―A mí casa. ¿A dónde más? Tomaremos un desvío en el siguiente anillo... El spray que te apliqué en la herida no detendrá la hemorragia por mucho tiempo. Debo atenderte cuento antes.

― ¿Estás loco? ―exclamo, a la vez que siento dolor en... Bueno... En todas partes. ― ¡No puedes llevarme a tu casa! ¡Esa cosa me está buscando! ¡Pondrás en peligro a todos!

―Eso, si la cosa sabe que estás ahí. Y no lo sabrá. ―responde, muy confiado.

― ¿Ah sí? ¿Y cómo? ―carraspeo, sintiendo malestar en mi garganta.

―Me estás poniendo nervioso con tantas preguntas. ¿Podrías...? ¡No lo sé! ¿Seguir comiendo gomitas y cerrar la boca hasta que estés a salvo?

―Sí, Doctor. ―rezongo, viendo como la sangre que ha brotado de mi brazo, ha manchado parte del asiento del auto.

Como sea, vuelvo a tomar mi botín gomoso, y trato de ignorar al muy intenso Shawn.

Finalmente el auto se estaciona, y la vista es muy familiar; estamos en el garaje de la casa de Shawn, y todo luce igual que la última vez que estuve aquí... Bueno, la única vez que estuve aquí, hace algunos días que parecen meses.

DIOS DE SANGRE • Antología Vincent Foster • IVजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें