III - Aceite Perfumado

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Perturbadoras imágenes rondaron la mente de Ereas, parecía tener los mismos sueños oscuros una y otra vez, reviviendo dolorosos momentos que le corroían el alma, como si fueran un parásito adherido a su cuerpo, alimentándose de él, de su debilidad. Supo que jamás volvería a ser el mismo, jamás olvidaría. El dolor parecía haber llegado a ser parte de su esencia... aun veía a su madre, a Ougín, a Didi, a Momo, a Abel... el pobre Abel, sus chillidos se le repetían hasta llevarlo a la locura. En sus sueños corría a salvarlos, pero la distancia que los separaba parecía transformarse repentinamente en metros, millas, alejándolo... Taka también lo visitó. Lo veía caminar, pero sus pasos ya no eran los de un hombre, arrastraba los pies hipnotizado, magullado, como cadáver, con ojos vacíos y piel putrefacta; se movía más no había vida en su cuerpo, no había alma. Solo era el despojo de una vil criatura poseída por algo que buscaba alimentarse con avidez, buscaba sangre... y carne... carne cruda. Venía por él. Lo vio cruzar el pantano y llegar hasta su lecho, le hundía los dientes, le arañaba la piel, le arrancaba la carne con avidez. La sangre corría. Agonizaba, pero por alguna razón su cuerpo se negaba a morir, había algo inacabado.

Tras la eterna agonía, aquella abominación, la que una vez fue Taka, acababa con el vientre hinchado de él, de su carne. Entonces algo comenzaba a moverse en su interior, quería salir. Taka, o lo que una vez había sido él, gemía. Intentaba decir algo, pero a Ereas le resultaba ininteligible.

Entonces vio con espanto sus huesos roídos, su carne desmembrada, no era más que un deshecho de lo que había sido. Quiso morir, quiso escapar, pero había algo que lo retenía, lo ataba a la vida con libidinoso placer, se embriagaba en un éxtasis desenfrenado con su dolor. Aquel ente extraño lo observaba, todo el tiempo lo observaba, y quería verlo arrastrarse en el sufrimiento, enloquecerlo de dolor, quería verlo suplicar por un poco de misericordia hasta alcanzar el clímax. A veces sentía que lograba levantarse de su lecho, las entrañas le colgaban, saltaba al piso y sus piernas se hundían en el fango, pero a pesar de todos aquellos delirios seguía atado a la cama, inmovilizado, no se había movido ni un centímetro. Taka lo miraba con ojos inyectados en sangre, su hinchado estomago seguía creciendo hasta el punto de amenazar con reventar, liberando aquello que llevaba en su interior. Era algo maligno, ponzoñoso. El retorcido ente, en tanto, aquel que lo observaba, reía a carcajadas. Hasta que Taka colapsó, reventando en sangre negra y coagulada, salpicó hacia todos lados. Ereas por fin pudo moverse, al menos la punta de sus dedos, pero sintió que era suficiente, gritó con todas sus fuerzas más no escuchó su voz. Una criatura pequeña, viscosa y tentaculada nació del escabroso parto, se movía de manera descontrolada, no había orden aparente...

Era la criatura del pantano.

El malvado ente observador sonreía. Ereas no podía verlo, en ningún momento podía verlo, pero sabía que sonreía con satisfacción... porque las cosas iban exactamente como las quería. Tras un momento que pareció eterno finalmente se acercó a su lecho dándole la vana esperanza de descubrir a aquel, o aquello, que se alimentaba de su desdicha, pero antes de que siquiera pudiera ver un atisbo de su existencia, el poderoso ente se subió a la cama aplastándole la cabeza de un pisotón, su cráneo reventó en mil pedazos... "¡OH Thal!" "¡Pobre Didi!" "¡Pobre Abel!" "Hubiese sido mejor que jamás hubieras nacido"... aquellas palabras retumbaron en su conciencia. Todo se fue a negro, pero Ereas se sintió aliviado, las visiones por fin se esfumaron.

Seguía vivo, agonizando, pero vivo.

...Escuchó voces, no pudo entenderlas ¿Era su madre? Vagas siluetas se movían sobre él, lo observaban con preocupación, ¿Ougín? ¿Dalerí? Algo cálido y agradable llegó a su boca haciéndole cambiar de parecer, era dulce, le reconfortó. Volvió a cerrar sus ojos. Las vagas sombras de su familia se esfumaron lentamente.

El Viaje De EreasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora