En cuanto entró en la habitación, Inma (la madre de mimi) y Mireya se miraron, y con la excusa de dejar descansar a mimi, se despidieron de ella y se fueron.

- ¿Y las flores? - la gallega recorría la habitación con su vista, en la que ya solo quedaba uno de los ramos.

- Les he pedido a las chicas que las repartieran a los demás enfermos. A mí no me hacen falta y oye, seguro que a ellos les ha sacado una sonrisa. – la gallega sonreía sin que mimi la viera

- ¿Cómo estás? - Miriam se acercaba a la cama, sentándose a su lado.

- Bien, pero estoy muy cansada, necesito dormir 4 días enteros- la gallega se reía

- Lo que te gusta dormir, es increíble – se llevaba un manotazo de mimi que no podía evitar sonreír

- Que no es eso, que debe ser el sedante ese o algo, estúpida- Miriam soltaba una carcajada

Por unos segundos, y después de reírse, las dos se quedaron mirando como hacía tiempo que no se paraban a hacerlo, sin necesidad de decirse nada. La gallega apartó de la cara de mimi un mechón rebelde que se había empeñado en interponerse entre sus ojos.

- ¿A dónde has ido?

- Necesitaba que me diera el aire un momento, pero ya estoy aquí, y no me voy a ir ¿Vale?

- Miriam...- La granadina agachaba la cabeza, entrelazando sus manos con las de la gallega

- ¿Qué te pasa mimi? - levantaba su cabeza con la mano, para encontrarse de nuevo con sus ojos

- Es...es ese sueño. El que te dije que se me repetía.

-Sí, ¿Qué ocurre?

- Cada vez es más recurrente, y ya no es solo un sueño, se me repite una y otra vez en la cabeza, y es tan real, que me agobia. Me angustia esa imagen y sobre todo la sensación que me produce esa situación, es como si reviviese ese mareo constantemente esa ansiedad, y no soy capaz de borrarlo de mi mente. - la gallega agachaba esta vez la cabeza.

Quizás era el momento de decirle la verdad, de quitarle al menos esa angustia, diciéndole que todo aquello no era un sueño, que era una realidad, pero eso suponía arriesgarse, arriesgarse de nuevo a perderla, a que su reacción fuera la misma.

- Y seamos realistas, me he dado un golpe y he pasado por una operación, pero eso no me ha borrado la memoria- Miriam devolvía su vista hacia ella, confusa- quiero decir que las dos sabemos que tus negocios no son precisamente "bonitos", y que obviamente no me parece tan descabellado que este sueño sea más real de lo que pienso. Y por favor necesito saberlo, necesito saber que paso, necesito saber qué es esto que tengo en la mente, necesito acabar con esta angustia Miriam.

La gallega carraspeaba, mordiéndose el labio mientras veía como mimi suplicaba por saber la verdad. ¿Y quién era ella para hacerla sufrir por su propio beneficio? ¿Tenía miedo? Por supuesto que lo tenía, y mucho, pero era lo justo con ella, y la Miriam de Mimi, era distinta, no podía ocultarle algo así.

- Mimi yo...-suspiraba- tengo que contarte algo- la granadina agarraba con más fuerza sus manos, para transmitirle confianza, de alguna forma podía ver lo asustada que estaba en sus ojos. - Ese sueño que tuviste, ese pensamiento del que hablas, no es un sueño. Ocurrió de verdad. - No sentía que tuviera fuerzas para contarle nada más, necesitaba una reacción por parte de ella para sentirse segura.

- Quiero saber que paso Miriam, todo.

- Había un chico, el chico del que hablas. El día que te desmayaste, él vio como Andrea se escapaba y con quien, o quizás no, bueno en realidad no. Pero creía que sí, que él lo había visto y mimi, necesitaba sacarle información, tú te agobiaste, te fuiste cuando viste lo de la mano. – Mimi apartó sus manos de las de Miriam, pero en un instinto la gallega apuró a volver a agarrarlas como forma desesperada de que le diera la oportunidad de escuchar sus explicaciones. - Mimi, por favor, sé que esto no te gusta, y sé que es difícil, y por supuesto como ya hice una vez te prometo que no volverá a ocurrir nunca, pero no te alejes, no vuelvas a irte.

Bailando sobre nieve// Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora