Capítulo 36 {Cuidado Conmigo}

Začít od začátku
                                    

Vertió el resto del café en el fregadero, enjuagó su taza y la colocó en el escurridor. Miró una vez más las galletas y de forma impaciente las colocó en una caja y enseguida le ató un cordón a su alrededor.

De mala gana pidió un Uber, era demasiado tarde para tomar el autobús; respiró hondo y salió a esperar a que la recogieran.

A medio día el restaurante del hotel dejaba de servir desayunos y el personal de la cocina aprovechaba para tomar un descanso, y ella pensó que sería el mejor momento para subir a buscarlo.

Celina se detuvo en la entrada; no le tomó ningún esfuerzo localizarlo. Estaba recargado en la barra del bar conversando con una mujer, que identificó de inmediato como la hostess. La detestaba, tenía una reputación de resbalosa y tenía sus manos puestas sobre lo que era suyo. «¿Qué estoy pensando? Por eso me dejó, por no aceptarlo. Él es todo menos mío», se recordó.

Julio se inclinó hacia adelante y le susurró algo al oído de la joven que la hizo soltar risitas. Impulsada por unos irracionales celos, Celina se acercó apresuradamente dejando la compostura y imperturbabilidad en la puerta.

—Y yo... y yo que quería... olvídalo. Quédate con ella —le rugió. Celina apretó contra él la caja de galletas para obligarlo a tomarla—. ¡Qué te aprovechen! —«Y de preferencia que te descompongan el estómago», aulló en su cabeza mientras se giraba en sus talones para escapar lo más pronto posible de ahí.

No tardó más de dos segundos en volver a colocar su máscara de mujer dura e implacable, que nada la afectaba. Caminaba con pasos firmes y deliberados, nada en su cuerpo delataba lo fracturada que estaba por dentro.

De repente sintió una mano cálida rodearle la muñeca para detenerla.

—Debería haberte dejado ir —dijo Julio casi en un suspiro. Más que una declaración fue como un áspero reproche a sí mismo.

—Ya lo hiciste —contestó con voz helada antes de presionar el botón para llamar a uno de los ascensores.

—Mírame a los ojos y dime por qué viniste a buscarme —exigió saber. Celina lo complació, e intentó encontrar el brillo de sus ojos que aportaba serenidad a su hermoso rostro. No lo encontró y se lamentó.

—No vine a verte, estaba simplemente pasando por ahí.

—Veo que esto para ti sigue siendo un juego. —Julio comenzó a darse la media vuelta.

—Espera no te vayas. Tienes razón, vine a verte y las galletas las hice para ti.

—Aprecio el gesto. —Bajó la mirada al piso, parecía estar tratando de encontrar algún pretexto para marcharse de ahí—. El descanso se terminó. Ahora debo regresar al trabajo.

—¿Eso es todo? ¿No vas a decir algo más?

—¿Qué es lo que quieres de mí? Porque yo sé lo que quiero de ti, y mientras creas que esto que hay entre los dos se puede arreglar con unas galletitas y sigas creyendo que esto es un juego, no tengo algo más que decir.

—¿Por qué no puede ser un juego? Así es como empezó todo, no puedes negarlo. ¿Por qué no podemos ser amigos nada más? Yo te dije desde un principio que...

—Cambié de opinión esto no es lo que quiero —la interrumpió.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres?

Celina vio un titubeo, como si quisiera escudarla de algo que le disgustaría escuchar.

—Quiero que te lances al vacío conmigo; quiero tener una relación seria contigo; quiero que me dejes amarte.

Ahora, entonces y siempreKde žijí příběhy. Začni objevovat