•Capítulo 63: La decisión•

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La tristeza y tensión al interior de la habitación eran más que claras

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La tristeza y tensión al interior de la habitación eran más que claras. Sentí cómo el pecho se me apretujaba en el instante que dirigí mi vista hacia Sebastián, su mirada lucía cansada, perdida... apagada. Esos preciosos ojos suyos me miraban atentos y esperanzados, como si estuvieran buscando algo en los míos. Explicar el escenario en el que nos encontrábamos era difícil, pero una cosa era evidente: ambos estábamos llenos de temor por lo que estaba a punto de suceder.

Me acomodé mejor sobre la cama y pronto mis dedos empezaron a jugar entre sí en un movimiento involuntario, poniendo en evidencia mi nerviosismo. Dejé que un suspiro escapara de mis labios y me preparé para hablar, Sebas no parecía tener intenciones de darle inicio a la conversación, así que, armándome de valor, tuve que comenzarla yo.

—¿Quieres...? —la voz se me quebró un poco al hablar— Quieres terminar conmigo, ¿verdad?

Las palabras salieron por sí solas de mi boca, y la garganta me ardió con solo pronunciar aquello. La idea de tener que separarnos de esta forma me aterraba, pero también entendía a la perfección que a este punto esa era una de las opciones más viables que teníamos. Por muy doloroso que fuera, sabía que podría llegar a ser lo mejor no solo para él, sino para ambos. Lo amaba tanto que era capaz de renunciar a él para que pudiera ir tras sus sueños.

—Emma...

—¿Quieres que terminemos? —repetí la pregunta, esta vez más directamente. Hubo silencio por un instante—. Sebastián, ¿prefieres que—

—No, no, no —se apresuró en negar y se pasó las manos por el rostro, parecía frustrado consigo mismo— Mierda, no. Claro que no.

El chico regresó su mirada a mí y la presión en mi pecho no tardó en manifestarse en cuanto lo vi, sus ojos estaban llenos de lágrimas que parecía estar conteniendo con todas sus fuerzas. Tomé una bocanada de aire y le sostuve la mirada.

—¿Entonces? ¿Qué crees que es lo mejor? —Indagué con temor.

Sus cejas se fruncieron levemente.

—¿Acaso crees que terminar es lo mejor?

Me encogí de hombros, descendiendo mi vista hacia la punta de mis pies. Ya no era capaz de mirarlo, esto me estaba destrozando tanto como a él.

—Conocerás a nuevas personas... —murmuré.

—Emma.

—A nuevas chicas...

—Emma, detente.

—Y quizá termines enamorándote de alguien más.

La primera lágrima se me escapó apenas terminé de decir la oración. Ahora mismo mi falta de confianza me estaba jugando en contra, y empezaba a sentirme mal por eso. No quería arrastrarlo conmigo a toda la mierda que mi cerebro se estaba encargando de crear para atormentarme.

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