•Capítulo 11: ¿Nerviosa? ¿Yo?•

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—¡Lo siento! ¡Se me olvidó!

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—¡Lo siento! ¡Se me olvidó!

—¡Te lo volví a recordar antes de que salieras de casa, Evans!

Rendida, solté un pequeño suspiro y comencé a caminar a través de la enorme biblioteca, adentrándome entre los largos pasillos. El chico gruñó por lo bajo y pude oír sus acelerados pasos detrás de mí, casi pisándome los talones.

Él se me adelantó y empezó a caminar hacia atrás, posando sus ojos sobre mí.

―¿Te enojaste porque olvidé el café? ―Murmuró.

―Te vas a caer ―Respondí, frunciendo ligeramente las cejas― ¿Puedes caminar como una persona normal?

―Te enojaste porque olvidé el café ―Aseguró sin detener sus pasos.

Quise reír, pero me contuve. ¡Oh, vamos! ¿Tan amargada, gruñona y enojona me creía como para enfadarme por algo así? Era sólo café y es normal en las personas olvidar algunas cosas, ¡a mí me sucede todo el tiempo!

Como todos los días, Sebastián y yo teníamos que traer algo para compartir en medio de nuestra lectura conjunta, aquello ya se había vuelto parte fundamental de nuestra rutina. En esta ocasión a mí me tocaron las galletas y a él el café. Aunque claro, lo había olvidado.

―No, Sebastián, no me enojé porque olvidaste el café ―Aclaré y rodé los ojos, a lo que él suspiró aliviado―. Ahora, ¿podrías dejar de caminar así? Te vas a caer, empujarás un estante y provocarás un desastre con todos los libros... Ahí sí que me verás enojada.

El chico me regaló una sonrisa inocente y volvió a su posición normal, comenzando a caminar a mi lado. Continué con mis rápidos pasos en dirección hacia alguna sección indefinida de la biblioteca y observé curiosa los estantes a mi alrededor. Iba en busca de un nuevo libro, pero aún no sabía exactamente de qué.

Me detuve frente a los estantes de misterio y apreté los labios, analizando meticulosamente cada uno de los títulos. Observé varias portadas y leí sus descripciones, sin embargo, ninguna logró capturar mi atención del todo. Decidí volver a intentarlo, así que esta vez me dirigí hacia otra sección: la de fantasía. Muchos títulos fueron bastante llamativos y sonaban genial, pero allí era donde comenzaba mi otro problema, ¿cuál de todos elijo? Sí, podría optar por leer dos o más a la vez, pero en muy pocas ocasiones solía hacerlo. Siempre me encantaba dedicarle toda mi atención sólo a uno y, cuando lo terminaba, comenzaba otro.

Aunque hay excepciones, claro.

Recorrí con la mirada el gran estante frente a mí y ladeé la cabeza, dudosa. Deslicé con mucho cuidado mis dedos sobre los libros y suspiré, todavía indecisa por mi elección.

—¿Puedo elegir tu lectura?

La pregunta de Sebastián me tomó por sorpresa y posé mis ojos en él, dedicándole toda mi atención.

The Library Of Our DreamsWhere stories live. Discover now