•Capítulo 60: Tomarse un respiro•

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Estudiar, estudiar y estudiar

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Estudiar, estudiar y estudiar.

La semana ya había comenzado y con ella los exámenes finales también. Me encontraba aterrada, ansiosa y nerviosa al mismo tiempo, sentía que todo se me vendría encima y que en cualquier momento terminaría colapsando. ¿Y si me iba mal? ¿Y si mi esfuerzo no estaba siendo el suficiente? ¿Y si lo arruinaba? Tenía poco más de una semana llena de exámenes, unos cuantos días después de ellos para que me entregaran los resultados y una última para la graduación... aún no podía creer que dentro de nada me graduaría y posiblemente iría a la universidad.

Merlín, qué rápido pasa el tiempo.

—Dobby, biología apesta, ¿sabes? —comenté, tamborileando mi lápiz contra la madera del escritorio— Bueno, tal vez no, eres un perro —suspiré con pesadez—. Como sea, pequeñín, ¿no crees que deberías estar durmiendo? ¿Por qué me miras así? ¿Eh? ¿Tienes hambre?

El pequeño cachorro ladeó la cabeza y posó sus ojos en mí, como si estuviera confundido y tratara de entenderme. Sonreí ligeramente y dejé una suave caricia sobre su lomo para enseguida volver a lo que estaba haciendo.

Miré con desaprobación mis apuntes.

Biología. Si algo no me gustaba y se me hacía bastante tedioso y aburrido, era biología. Tal vez era yo, o tal vez la manera en la que la profesora explicaba era la que me aburría. Después de tantos años, todavía no lograba descifrarlo por completo.

Mi rutina había sido bastante monótona y aburrida este último par de días; se resumía en ir a la escuela, llegar a casa y estudiar hasta largas horas de la noche para luego despertar con más ojeras que un panda y asistir a clases nuevamente. Existía un método súper eficaz, yo lo llamaba «estudia y deja de leer o reprobarás todo y no te aceptarán en ninguna universidad». ¿Funcionaba? En definitiva.

Extrañaba la biblioteca, era una sensación muy extraña. Mi lugar favorito se encontraba cerrado y lo estaría por quién sabe cuánto tiempo más. Asistir a la biblioteca en esta época del año llena de exámenes siempre era de ayuda... pero ahora no podía, y mierda, no podía explicar lo culpable que me sentía a veces por ello.

Le di un largo sorbo a mi taza de café y solté un bostezo por lo bajo tras tragar, cerrando los ojos por un instante. Sin darme cuenta, pronto mi cabeza descansó sobre el montón de hojas que tenía encima del escritorio y suspiré a gusto, sintiendo cómo poco a poco mi cuerpo se iba relajando.

A veces era tan cómodo...

La doble vibración proveniente de mi teléfono me hizo abrir los ojos de golpe, poniéndome alerta de inmediato. Lo tomé entre mis manos con apuro para ver de qué se trataba y contemplé la luz de la pantalla. Aquella sonrisa involuntaria no tardó en dibujarse en mis labios.

•Fastidioso❤️
—¿Estás despierta?
—Te extraño. :(

No había visto a Sebastián hace exactamente dos días. No era demasiado, lo sabía. En realidad, no era nada, pero cuando estás con una persona todos los días te acostumbras tanto a su presencia que luego se hace difícil estar sin su compañía. Deseaba estar con él, mucho más en estos momentos en que lo único que anhelaba era tomarme un descanso de los estudios, de lo contrario, sería yo misma quien terminaría por acabar conmigo.

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