•Capítulo 10: Chico nuevo•

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•25 de marzo•

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•25 de marzo•

Bla, bla, bla, aburrido.

Rodé los ojos al oír una vez más la voz de Josh a mi lado y dejé escapar un pequeño suspiro de mis labios. Apenas llevaba un mes aquí y ya no podía más. Aunque, para ser honesta, no me sorprendió la cantidad de trabajos y ensayos que nos enviaron a hacer la primera semana, era de esperarse. Las clases ya me tenían agotada y despertarse temprano era lo peor, lo único que me daba ánimo de llegar con vida al final del día era la biblioteca.

—No entiendo un carajo —Murmuró mi amigo, rascando su nuca.

Matemáticas, él las odia.

—Silencio, Joshy —Susurré, intentando prestar atención y entender lo que la sonriente mujer explicaba.

El chico soltó un bufido y recostó su cabeza sobre la mesa, ignorando todo a su alrededor.

La clase fue interrumpida por unos llamados en la puerta. Aquello llamó la atención de todos los presentes y, por supuesto, yo no fui la excepción. Desvié la mirada hacia donde provenía el sonido y fruncí ligeramente las cejas al ver de quién se trataba, era la directora.

La profesora hizo una pausa a su clase y se acercó a la sonriente mujer, intercambiando algunas cuantas palabras con ella.

—Esperen un momento, jóvenes ―Habló la profesora, dirigiéndose a nosotros―. Vuelvo en un par de minutos, no tardo.

¡Oh, gracias al cielo!

Posé mis ojos en el chico a mi lado y sonreí, soltando una risa por lo bajo. Josh Moore tenía la jodida manía de dormirse o no prestar atención en todas y cada una de las clases de matemáticas, según él, lo estresaban muchísimo. Giré la cabeza casi hacia el otro extremo del salón y choqué miradas con mis amigas, ellas movieron su mano como forma de saludo en dirección a mí y luego imitaron la acción de Josh, dejando descansar sus cabezas sobre la mesa.

Genial, ignorada exitosamente.

Solté un pequeño bufido, frustrada conmigo misma. Era en momentos como estos en los que me preguntaba, ¿por qué demonios no socializo más?

Sin nada más que hacer, tomé mi teléfono para leer un rato. Siempre acostumbraba a llevar un libro para casos como estos, pero ayer por la noche saqué todas las cosas del interior de mi mochila para poder limpiarla y olvidé guardar uno. Cuando deslicé el dedo por la pantalla, me encontré con unos mensajes de Sebastián, habían sido enviado hace tan sólo unos minutos.

•Sebastián :)•
—Hola, Naranjita. ;)
11:23 am

Oh, Merlín, ¿es en serio?

•Emma•
—Dios, ¿seguirás con eso?
11:27 am

Su respuesta llegó de inmediato.

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