«Los libros pueden unir más que corazones».
Emma Harvey ha vivido rodeada de libros desde muy pequeña, de allí su gran afición y amor por la lectura. Es una adolescente sencilla que, como cualquier otra persona en este mundo, está trabajando por enc...
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•11 de febrero•
Estoy exactamente a dos semanas de comenzar el nuevo año escolar.
No estoy preparada mentalmente, ayuda.
—¿En qué piensas tanto, cariño?
La dulce voz de mamá llamó mi atención y desvié la mirada hacia ella, regalándole pequeña una sonrisa.
Pues estoy teniendo una crisis existencial ahora mismo y no sé qué carajos haré con mi vida, qué te digo.
—En nada, mamá —Me encogí de hombros, observando a los alrededores—. Hoy está muy tranquilo, ¿no crees?
—Lo creo —Afirmó ella para después dejar escapar un suspiro—. Extrañaré estar contigo en las mañanas cuando vuelvas a clases, volveré a estar sola aquí.
Le sonreí ligeramente y tomé su mano, dándole un pequeño apretón. Mamá es la mejor, eso sin duda alguna.
Hoy realmente no había mucho que hacer, era lunes y, aunque muchos estuviesen de vacaciones, la mayoría trabajaba. Además, las personas que diariamente visitaban el lugar lo hacían por la tarde y aún era algo temprano.
Dos opciones: Me voy a casa a dormir, o me quedo aquí esperando a que llegue un sexy chico como el de los libros.
Lo segundo es imposible, mejor me voy a dormir.
Frente a ella, observé a mamá y me fue inevitable no sonreír. Tecleaba y tecleaba como una experta, estaba en su hora de trabajo y era entendible. Al menos tenía la facilidad de trabajar desde casa o desde aquí y me sentía muy afortunada por eso. Tuve la suerte de pasar mi niñez junto a mi madre y disfrutar con ella, a muchas personas a veces se les dificultaba eso... El trabajo de los padres lo impide en ocasiones y no siempre se puede pasar el tiempo que uno desea junto a ellos.
Algo aburrida y en silencio, me puse de pie y salí de allí para dejarla trabajar tranquila y no desconcentrarla. Caminé a pasitos lentos por los enormes pasillos y me sentí insignificante rodeada de los estantes, eran enormes.
Decidí tomar una caja con libros que habían devuelto hace un par de días y la trasladé hacia un rincón. Me senté sobre la roja alfombra junto a ella y empecé a rebuscar adentro, sacándolos todos y extendiéndolos en el piso.
Definitivamente debería haberme ido a casa a dormir.
Los minutos pasaron, yo me aburría y no sabía qué más hacer. Por primera vez en mucho tiempo, los libros no estaban siendo de ayuda.
Solté un profundo suspiro y me puse de pie, dispuesta a irme. Tomé la caja ahora con los libros dentro y comencé a caminar. Cuando iba doblando en uno de los pasillos, choqué con un cuerpo y la caja cayó de mis manos, ocasionando un verdadero desastre.
