Capítulo 101

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《Si Samuel estuviera aquí, esto no habría pasado》, es lo único que pienso mientras la mejilla me escuece después de ser golpeada.

Miro de reojo a Unai, que me observa a una cierta distancia camuflado entre la multitud que cruza la calle. Su rostro está serio, incluso podría decir que la expresión de su cara es similar a la de Samuel aquel día. Pero no es Samuel, sería estúpido inmiscuirse en los problemas de los demás. Solo alguien como él lo haría...

-Te dije que los trajeras a casa.

Con "los" se refiere a mis no-hermanastros. Esos que ahora mismo "estan con su madre", como diría su abuela. ¿Cómo le digo a una persona en su estado, que lo ha perdido todo... que su suegra ha matado a sus hijastros? Con el mismo tacto con el que, él, mandó tirar las cosas de mi madre.

-"Han vuelto con su madre".

Intento imitar la voz de aquella anciana psicópata al enunciar aquella frase pero no lo consigo. Noto como la garganta me duele y tengo que tragar para disolver el dolor. Estoy temblando. ¿Miedo? ¿De Emilio? ¿A estas alturas?

Observo cada uno de los gestos de mi tutor legal. Su mano cerrada entorno al pantalón, los nudillos blancos de la fuerza que ejerce sobre ellos, el leve fruncimiento de ceño.... y la mirada perdida.

Entonces, ocurre. Una lágrima abandona sus ojos y se pierde rápidamente en su barbilla.

Aún estoy agachada junto a él, para que nuestras miradas estén a la misma altura, pero comienzan a cansárseme las piernas. Intento levantarme pero Emilio me coge del pelo provocando que pierda el equilibrio de forma que lo único que me impide no estar de rodillas es... su mano manteniendo mi cabeza suspendida. El dolor me hace gemir, pero inmediatamente cierro la boca. Esta escena me suena... demasiado. Abro los ojos, no recuerdo haberlos cerrado, y lo miro directamente.

-Me estás mintiendo.

Algo de pena se cuela entre el sentimiento de dolor pacífico que me invade. Pero... esa paz, el sentimiento de estar tranquila de aquella forma... acaba por atraer mi atención.

¿Realmente soy un monstruo?

-Suéltela.- Oigo decir a un par de pasos de mí.

¿Unai?

-No sé quién es, pero a nadie le gusta que le agredan.

Recuerdo que él dijo lo mismo.

Mira, no sé por lo que estás pasando y tampoco quiero saberlo. Simplemente que se te grabe en tu maldita cabeza, de cría estúpida, que nadie tiene el derecho a agredir a otra persona.》

Una nostalgia me invade y dejo de oir la voz de Unai intentando razonar con Emilio, incluso olvido que está sujetándome del pelo en medio de una calle transitada en la cual todos voltean la cabeza para no ver. Simplemente, oigo la tranquila voz de Luca, tumbado con la cabeza sobre mi regazo leyendo algo en alto. Siempre tan tranquilo...

Ahora tan... muerto.

Un tirón me devuelve a la realidad. Empujo a Emilio y su silla de ruedas se mueve. Ahora que lo pienso... ¿quién demonios le ha ayudado a abrir las puertas y a atravesar el jardín?

-Es mi hija.- Grita Emilio fuera de sí. De estar a su altura ya le habría pegado, estoy segura.- Y yo con ella hago lo que me sale de los...

-Soy mayor de edad- le interrumpo.- Puedo vivir bajo un puente si quiero. Estoy aquí para ayudarte a cuidar de unos niños que están muertos, asi que me vuelvo a dondesea.

Doy media vuelta intentando que no se note como me ha fallado la voz al decir "que están muertos" y comienzo a andar. Noto que Unai me sigue pero no me giro para comprobarlo, le debo un favor después de su intento de ayuda.

-¿Así es como camelaste a Luca antes de matarlo?- grita Emilio desde lejos, ni se ha molestado en seguirme; le da igual que le oiga la gente.

Un impulso, tal vez... simplemente se lo merecía. Regreso corriendo y lo alzo por el cuello de la camisa mientras lo miro fijamente a los ojos. Me repugna el color castaño tierra fangosa que ostentan.

-Mira viejo desgraciado- susurro porque el dolor que lleva encima me impide hablar mas alto- no pronuncies el nombre de Luca con tu sucia boca.

-No deberías tocarme con esas manos manchadas de sangre ajena, Alexandra.

Alzo un poco más a mi progenitor y lo lanzo al suelo. Los transeúntes solo ven una parte de los hechos y es... como una chica lanza a un hombre paralítico al suelo.

Esta vez si se detienen para socorrer a alguien.

Doy media vuelta y comienzo a andar. No sé hacia donde, tampoco importa. Solo busco distraerme para que las lágrimas no afloren por mis ojos al recordar el rostro de Luca manchado con su propia sangre al intentar reanimarlo.

Quiero un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora