Capítulo 27

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El silencio era interrumpido por la lluvia caer y los coches atravesar la calle a toda velocidad. Realmente me sentía sin fuerzas para resistirme a Emilio y sus ganas de llevarme con él. De una forma u otra mi sueño de independencia habia de acabar. ¿Desde cuando me salían las cosas bien? Exacto, nunca. Como solía decirme mi propio progenitor: "Todo lo que tocas lo destrozas".

Dejé la bolsa de basura y regresé a mi piso para acabar de introducir el resto de mis pertenencias en cajas. Solo llevaba dos horas, y ya sentía como se apoderaba de mí el recuerdo de cuando nos mudamos.

Sin lugar a dudas Emilio tenía razón. Todo lo que interactuaba conmigo acababa destrozado. ¿Mamá seguiría viva si yo no hubiese nacido? ¿Habría seguido con Emilio o se habría enamorado de otra persona?

Abrí la puerta de mi piso y antes de entrar alguien me llamó desde la entrada al portal. Reconocí su voz inmediatamente, aquel individuo estaba mezclandose demasiado en mi vida, a tal paso que no me extrañaba que estubiera allí. Lo que no implicaba que me agradara en absoluto su presencia.

-¡Alexandra!-gritó sin aliento, tras subir las escaleras en tres zancadas.-¿Estas bien?

Asentí entrando, seguida por Dereck que cerró la puerta con cuidado. Me habia fijado en esa tendencia suya a tratar las cosas como si fueran a romperse nada más tocarlas.

-¿Te mudas?-respondí con un gesto nuevamente.-¿A dónde?

-Con Emilio y su familia.

Realmente no tenía fuerzas ni para ser desagradable con él. Aquello, era la conversación mas cercana a lo cordial que habia tenido con alguien sin estar enferma.

-¿Cambiarás de instituto?-insistió.

Una cosa es que yo decidiera trararlo con una mínima cordialidad, y otra que fuera su caja de respuestas. Habia un límite a lo agradable que podía llegar a ser. Me pasé la mano por el pelo, como si aquello me calmara, y proseguí en el salón metiendo libros en cajas.

-Sí.-Respondí, tras un largo silencio.- Iré a uno público cerca de mi nueva residencia.

¿"Mi nueva residencia"? Cualquier cosa era válida para evitar llamarla "casa". Aquello jamás sería mi hogar. No sentía curiosidad alguna por saber el aspecto físico de la mujer de Emilio, y mucho menos de sus hijos. No me gustan los niños y las niñas aun menos.

-¿Cuando te vas?

Ví a Dereck de reojo, parado junto a la ventana, observando la calle. Por un segundo sentí un ligero déja vú o lo que fuera aquella sensación de ya haber vivido algo. Continué guardando.libros que jamás habia utilizado y de los cuales desconocía completamente su existencia.

-A finales de semana.-Respondí, tras llenar la caja.- ¿Qué miras?

Realmente debía estar muy cansada. Mi interés por acciones ajenas, siempre habia sido nulo. Prácticamente podria haberse suicidado allí, que yo simplemente le habria dicho que no me manchase la alfombra.

-La lluvia. Siempre me ha gustado. Nosé tiene un aire nostálgico...-oí como suspiraba.- Además, ¿nunca has oído hablar de los besos bajo la lluvia?

Besos.. ¿bajo la lluvia? ¿Que clase de estupidez es esa? Un beso es un simple roce de labios, como un aprentón de manos, pero con los labios. Si no era lo suficientemente desagradable, como para reproducirlo bajo la lluvia.

-No-respodí, irónica.- ¿Existe gente estúpida capaz de mojarse apropósito?

Como respuesta oí la risa de Dereck, resonar en el salón, rompiendo el silencio.

Llevaba tiempo sin oir mi música, mi móvil habia desaparecido y mis ánimos para buscarlo eran insuficientes. Pero, en lo que llevaba de tiempo en silencio, nada, por muy extraño que parezca, me acercó tanto a lo que sentía cuando gritaba en medio de una cancion de Suicide Silence. Y aquello no me gustó para nada.

Mi soledad, el único sitio donde debía sentirme a gusto.

-Vete. Tengo muchas cosas que hacer.

Dereck sonrió, antes de obedecer sin mediar palabra. Cuando estaba en la puerta, pude ver que aunque hubiera sido borde sonreia. Era idiota.

-¿Por que sonries?-pregunté, aunque luego me arrepentí.

-Fuiste amable un poco.

Cerró la puerta y me quedé allí de pie, observando la nada. Menudo imbécil. Tanto yo como él.

Tras unos largos momentos proseguí recogiendo mis cosas. Una vez fuera de allí, ya no lo volvería a ver. Y eso era lo mejor.

Quiero un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora