Capítulo 85

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Después de pasar la conmoción inicial de que mi habitación del hospital se convirtiera en un maldito centro comercial durante toda la jodida mañana, con desconocidos saludando y trayéndome flores además de regalos absurdos, eso sin contar que a la mayoría de personas no las había visto en mi vida, ni una sola maldita vez; conseguí mi ansiada soledad. Y ahora no podían decir que no les recordaba, eso era lo más absurdo.

Luca apareció, ya bien entrada la tarde, con un ramo de flores blancas mas grande que su cabeza, y lo dejó en un enorme jarrón que sustituyó a las flores violetas. Tras acabar su tarea se sentó en el sofá observándome con expresión  seria.

Si pensaba soltarme la charla sobre la visible hinchazón de mi mejilla izquierda iba tibio.

-¿Qué tal te encuentras?

-Sigo viva.- Me encogí de hombros.- Más de lo que podrían decir la mayoría de ocupantes del sótano.

Luca esbozó una sonrisa de lado, tras lo cual señaló mi mejilla. ¿Acaso no habían más temas de conversación? El tiempo, la actualidad política, ¡e incluso el calentamiento global! Pero no... ¿en qué se fijan apenas verme? En mi mejilla hinchada. Llevo mes y medio mayormente inconsciente... pero nooo.. ¿que va importar eso? ¿Cómo se me ocurre?

-Una ventana.- Me limité a decir, dándole la espalda mientras me tumbaba en la cama.- Cosas que pasan.

-Ya... ¿Y tus cicatrices?

¿Cual de todas, Einstein?

-No me auto lesiono si eso es lo que piensas.- Respondí, girándome esta vez para mirarle a los ojos.- Mira, no es tu maldito problema, ¿vale? Vete a acostarte con niñas y yo seguiré en mi círculo de inconsciencia y amnesia.

¿Que le había dado a todo el mundo por creerse más de lo que en realidad era?

-Te estoy hablando bien.-Suspiró.- Mira, no sé por lo que estás pasando y tampoco quiero saberlo. Simplemente que se te grabe en tu maldita cabeza, de cría estúpida, que nadie tiene el derecho a agredir a otra persona.

Vale. He de admitir que eso me ha llegado... a algún lugar de mi mente. Tenía razón pero, ¿que pasa cuando eres incapaz de detener las agresiones de alguien? Solo puedes defenderte... y eso implica agredir a la otra persona, ¿en dónde queda el derecho?

Y lo más importante... ¿por qué cojones me estoy volviendo tan jodidamente filosófica?

-Si esperas un gracias por haberme traído aquí y un "oh, que chachi eres" por las cuatro palabras estúpidas- le dí la espalda dándome la vuelta sobre la cama- que acabas de soltar, estás bien ahí sentado.

-¿Puedes dejar de ser borde un segundo y prestarme atención?- insistió apareciendo delante de mis ojos-. Sabes que tengo razón y quienquiera que sea la persona que te ha agredido, de ser la primera vez no habrías reaccionado de esta forma.

Cerré los ojos para evadir su mirada que me interrogaba, pero saber que aun así me seguía mirando era contraproducente.
¿Quién demonios se creía este tipo para darme charlas sobre la vida?

-¿Te recuerdo que tú te acuestas con chicas bastaaaaaaaaaaante menores que tú?-le espeté abriendo los ojos e icorporándome.- Cada uno tiene su jodida vida y soluciona sus problemas.

-Y evades el tema de nuevo...

Luca esbozó una sonrisa de nuevo, pero esta vez cansada y luego se apartó la camisa de los brazos enseñándomelos. Aquellas líneas claras que cruzaban de lado a lado sus brazos, y que eran numerosas, me hicieron recordar a las mías propias. Pero no..., no era en absoluto lo mismo. Entre él y yo no había punto de comparación.

Alzé la mano y le propiné una bofetada, vale que no tuviera derecho a golpearle y también que podría haberlo solucionado de otra forma pero... era lo más directo.

-¡No me compares contigo!- grité furiosa, levantándome de la cama.- Tú has sido capaz de hacerte daño a ti mismo... a mi me lo han infligido.

Fuí hasta las flores que había traído hace apenas diez minutos, y se las devolví. Luca tardó varios instantes en asimilar lo que estaba haciendo.

-No confundas...-susurró cogiéndolas- tú has provocado que los demás te propinen un castigo... pero tú misma lo has elegido.

Luca abandonó la habitación cerrando la puerta con sumo cuidado, mientras yo ahogué un grito de desesperación en la almohada.

Estaba mintiendo. Jamás me castigaría a mi misma... es estúpido. Sin sentido. Carente de jodida lógica. Aunque... tal vez, solo tal vez... siga cargando el peso de la culpa por la muerte de mi madre.

¿Luca se auto lesionaba? ¿Qué puede ser tan sumamente fuerte como para hacer que una persona se dañe de tal forma a si misma? Si seguían dándome charlas sobre mi vida... acabaría volviéndome loca. Demasiadas reflexiones, recuerdos y personas en tan poco tiempo. Lo único que quería era volver a ver a Samuel y... visitar la tumba de Hana.

Quiero un beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora