𝙲 𝙰 𝙿 𝙸 𝚃 𝚄 𝙻 𝙾 5

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Todo a mi alrededor estaba oscuro, me dolía la cabeza pero; ni siquiera sabía el porque. Mi cuerpo estaba debilitado y adolorido sin razón alguna, ni tenía la más mínima idea de que me había pasado o en donde me encontraba.

Al cabo de unos minutos abrí lentamente mis ojos, la fuerte luz blanca frente mío, las paredes exageradamente blancas al igual que todo a su alrededor, me hizo entender que en el lugar que me encontraba era nada más y nada menos que un hospital.





[...]





Intente sentarme en aquella camilla, mi cuerpo no reaccionaba como quería por lo que ni siquiera me permitió hacer tal acto. Sentía que si no mostrataba indicios de siquiera estar vivo iban a declararme como muerto y a enterarme vivo y vaya que no quería eso.

Con ese pensamiento al menos pude levantar mi mano.

-¿Stan?-

No respondí, me sentía muy débil como para hacerlo.

-Dios mio, hijo, despertaste.- Sentí un peso encima mío, luego como unos brazos me rodeaban fuertemente.

Unas lágrimas humedecieron mi hombro, un fuerte llanto, el abrazo más fuerte, quería corresponderle pero; mi condición no me lo permitía por lo que me limite a sonreírle con cariño.

Mi mamá no paraba de susurrarme cuanto lo sentía, que ella cambiaría, y aseguraba que me amaba. Confundido con sus palabras le respondí:

-Mamá... La verdad no comprendo... -

Ella se separó, limpió sus lágrimas y me sonrió:

-Hijo... Sea lo que sea que te haya afectado.- tomó mis manos y empezó a sobarlas. -Tu padre y yo te prometemos cambiar pero; porfavor no vuelvas a hacerlo.- Su llanto había regresado. -Por favor, hijo, yo no soportaría perderte.- Acarició mi mejilla y dejó un beso en esta.-Te amamos ¿Si? Nunca, por favor, nunca olvides lo mucho que tu familia te ama y valora.

No sabía que debía responderle, no lograba comprender sus palabras ¿Qué no lo volviera hacer? ¿Qué es lo qué hice exactamente?

Mire a mi madre confundido, era notable que ella esperaba por mi respuesta, no sabía que es lo que tenía que responderle. Para mi suerte, una enfermera entró:

-Señora Marsh, el tiempo de visita se a terminado, por favor, hay más personas esperando. - Nos miró con una ceja fruncida, y salió de la habitación.

-Bueno, hijo, ya oiste, me tengo que ir. - Me abrazó nuevamente y salió contenta de la habitación.

Minutos después, la puerta volvió a ser abierta esta vez cruzando por la puerta mi amigo Kenny.

Tenía las manos en los bolsillos de su chaqueta, me dedicó una mirada seria, en sus ojos pude notar rastros de tristeza y decepción, me miró directamente a los ojos y me sonrió. Abrió sus brazos de par en par y se apresuró en darme un abrazo.

𝘝𝘪𝘤𝘪𝘰 𝘐𝘯𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘦𝘯𝘵𝘦 | 𝘚𝘔+𝘒𝘉 𝘚𝘵𝘺𝘭𝘦 [𝘍𝘪𝘯𝘢𝘭𝘪𝘻𝘢𝘥𝘰] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora