49

4.8K 399 62
                                    

Ahora

Me despierto aturdida y apoyo los codos sobre mi cama. Me toma un instante comprender que mi celular está sonando, y recién entonces comienzo a buscarlo precipitadamente entre las sábanas. Sea quien sea, voy a matarle por despertarme. 

—¿Hola? —Mi voz suena muy ronca. 

—Oye, Vins. 

Menciono su nombre tan despacio, que casi susurro. —Niall. ¿Qué hora es? 

—Eh, como las 8 am. 

—Estaba durmiendo —le digo, con un toque se reproche en mi voz. 

—Lo sé. Es que hacía muchísimo tiempo no escuchaba tu voz ronca de sueño —dice tan tranquilo, que es insólito. 

—Muy gracioso. 

—No es un chiste. 

Puedo oír el movimiento de la ciudad en el fondo e imaginarlo con sus anteojos oscuros, ropa sencilla y apoyado en la pared de una cabina telefónica. No entiendo cómo puede andar como si nada en la vía pública. 

—Supongo que no me llamas sólo para eso. —De todas formas es una buena instancia para hacerle todas las preguntas pertinentes sobre el viaje.  

—De hecho, sí. Tu voz ya está dejando de raspar, así que, nos vemos en dos días. 

¡Jesus, por qué está tan loco! 

—Espera, espera. Niall. 

—¿Sí? 

—Tengo muchas preguntas sobre el viaje. 

—Eh... 

—Sólo son preguntas técnicas. Lo prometo. ¿Hay algún número al que pueda llamarte? 

—Al de siempre. Dame cinco minutos. 

—Sí. —Corto. 

Giro sobre mí misma para mirar al techo y comienzo a pensar en todas las cosas que necesito saber, pero son demasiadas para recordar. Alcanzo mi libreta desde la mesita y me acomodo otra vez. 

 1. Iremos en mi auto.  

Esto en realidad no es una pregunta. No estoy dispuesta a correr el riesgo de ser vista con él en un lugar público en caso de irnos en tren, ni mucho menos a poner en riesgo mi propia integridad física subiendo a un coche conducido por él. Ni siquiera tiene uno, pero no me extrañaría que se consiguiera uno de alguna forma, y esa definitivamente no es una opción. Bajo ningún concepto. 

2. A qué hora y dónde. 

3. Cómo entrar. 

4. Dinero, comida. 

5. Ropa de cama. 

Sigo pensando en más cosas por un buen rato, pero nada viene. Y marco al número de siempre en el teléfono. 

—Hey. —Es él. 

—Hey. 

—¿Entonces? 

—Bueno. —Suspiro—. Lo primero es que iremos en mi auto —le digo terminante. 

—¿Tu auto? 

—Ajá. 

—¿Tienes un auto? 

—Sí, tengo un auto —respondo, corta de paciencia. Este diálogo es innecesario. 

—¿Estás segura? Digo, sobre ir en el tuyo. 

—Vamos a ir en mi auto —reitero con énfasis, y puedo imaginarlo poniendo los ojos cuando se queda en silencio. 

Yo invito (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora