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Antes

Miro a la pantalla de mi teléfono por casi tres minutos después de enviar el mensaje, pero no hay una repuesta inmediata y su última hora de conexión ha sido hace un buen rato. Necesito distraerme mientras espero a que lo lea y responda. Me hace sentir extraña la forma en que hace una semana hubiese odiado recibir un mensaje de Niall en mi teléfono. Quiero decir, por favor, con verlo cuatro veces a la semana bastaba e incluso sobraba. No obstante, hoy estoy desesperada porque responda aunque sea una mísera palabra, porque mi conciencia no me va a dejar tranquila si no me hago cargo de lo que he hecho.  

No estoy arrepentida. Lo haría otra vez, sí. Pero eso no significa que no me sienta horrible. 

Resoplo y dejo el aparato a un lado. He usado este celular demasiado en los últimos días.  

—¿Iv? —pregunto saliendo al corredor—. ¿Ivana? 

—¿Sí?  

Llego hasta la sala, donde mi hermana demuestra su paso por la pubertad en todo su esplendor: Cabello alborotado, música de moda a todo volumen, tarritos de barniz para uñas de colores fuertes repartidos por todas partes, literalmente. Y para rematar, su cuerpo desparramado a lo largo del sillón. 

—¿Dónde están todos? 

—Mamá y papá están de compras. Tom salió hace un rato con Scott. 

Asiento lentamente con la cabeza. Me siento sobre el brazo del sillón, esperando a que ella repentinamente tenga nuevos planes y me incluya en ellos.  

—¿Me pintas las uñas? —pregunto de pronto. Iv me mira como si fuese cualquier cosa, menos un ser humano. 

—¿En serio?  

—Sí —sonrío. 

No dice nada y, de un sólo impulso, se sienta de piernas cruzadas y da dos palmaditas a su lado para invitarme a tomar asiento.  

—¿Qué color? —Desliza su mano de izquierda a derecha en el aire, mostrándome todos sus barnices repartidos sobre la mesita de centro y el suelo. 

La puerta de la casa se abre de súbito y Tom entra. Sin decir nada, la cierra de golpe y camina a su habitación. Todo bajo mi mirada pasmada y la de Iv.  

—Ustedes dos comparten hasta el estado de ánimo —dice una vez que nuestro hermano ha desaparecido. 

—A mí no me metas en el saco. 

—¿No? —replica—. Hace cinco minutos le gritaste a alguien en tu teléfono, no me extrañaría que Tom apareciera aquí en cinco minutos con una enorme sonrisa y pidiéndome una manicura también. 

Ruedo los ojos en un intento por no reírme de sus ocurrencias.  

—Déjame ser más clara: Me refiero a que ustedes dos son muy cambiantes y sus días de mal humor siempre coinciden. 

—Ya —le digo—, quiero color sandía. Por favor. —Sonrío.  

Ivana alarga las letras mientras busca con la mirada. —Saaaaaaaaannnnnndía. Aquí está. —Y lo recoge del piso alfombrado. Si mamá viera todos estos pequeños peligros de colores sobre su alfombra, la mataría. Y también a mí, por estar aquí con ella. 

Le da una primera pincelada a mi dedo índice, entonces vuelve a abrirse la puerta de la casa. Papá se asoma detrás de ella y sonríe muy, muy grande.  

—Vinny, ven aquí. 

—¡Vinka! —chilla mi hermana cuando me pongo de pie y el pincel con esmalte traza un recorrido a lo largo de mi dedo.  

Yo invito (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora