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Nota: Esta novela aún se encuentra en corrección.

Ahora. 

Accidentes. Todo en la vida ocurre por accidentes, absolutamente todo. Con accidentes no me refiero a sucesos catastróficos. No terremotos, no aviones cayendo, ni esguinces después de correr tras un balón.  

No choques automovilísticos.  

Me refiero a cosas que pasan sin intención. Si algo que ocurre no es producido por un accidente, entonces se convierte en una decisión, o viceversa. Pongámoslo de éste modo: Mi nacimiento y el de mi hermano mellizo, Tomislav, fue un mero accidente, pero mis padres no usaron protección, y eso lo decidieron. Bueno, en realidad supongo que no lo pensaron, pero no pensarlo podría considerarse una decisión.  

La concepción de Ivana, mi hermana menor, si fue decidida.  

El que Tom y yo hayamos ido a vivir solos fue una decisión. El que nuestro corredor de viviendas sea un idiota y nos haya dado un apartamento en el piso veinticinco en lugar del tres, definitivamente fue un accidente.  

Y así podría continuar por horas.  

—Mis hijos, no puedo creer que el tiempo pasó tan rápido. Pareciera que ayer estaba cambiando sus pañales y ahora acaban de mudarse a vivir solos. 

El que mamá lloriquee por todo es algo que aún no logro categorizar. No sé si realmente piensa antes de decir esas cosas o si simplemente salen de su boca accidentalmente.  

—¿Van a estar bien? ¿Están seguros? 

Me volteo hacia la ventana nada más que para tener la libertad de poner los ojos en blanco sin que ella me vea. Sólo quiero que se vaya y nos deje tranquilos, para así ordenar nuestras cosas. Acabamos de terminar de trasladar cada caja desde casa hasta aquí y aún hay mucho por hacer.  

—Sí, má. Vamos a estar bien —la consuela Tom y la abraza. Siempre me he preguntado de dónde saca toda esa paciencia para aguantarla tanto. Mi hermano debe ser un santo. 

—Mamá, ¿te importaría dejarnos para ordenar nuestras cosas? —pregunto en un gran esfuerzo por sonar agradable.  

—Oh. Claro, yo... Sí —dice al fin—. Tal vez vuelva más tarde, cuando estén descansando.  

—Claro, sólo llama a alguno de nosotros para asegurarnos de poder recibirte y tener algo de comer —Tom dice y la acompaña hasta la puerta.  

Mamá se detiene antes de salir y me escanea con la mirada, luego a Tom.  

—¡Dios, están tan grandes! —exclama de nuevo y se cuelga del cuello de mi hermano.  

Respira, Vinka. Es tu madre.  

—Tal vez vuelva más tarde, cuando estén descansando —repito, agudizando mi voz con exageración una vez que mamá ha salido del departamento—. Ella misma lo ha dicho; des-can-san-do. No atendiéndola, ¡Dios! 

—Vamos, V, necesitas tener más paciencia. 

—Deberías darme clases para aguantarla —bromeo—. Como sea, vamos a ordenar todos estos cachivaches. 

Observo toda la sala de nuestro nuevo apartamento y no hay ni un sólo metro que no esté ocupado por una caja. Vamos a tardar un millón de años.  

Use somebody de Kings of Leon comienza a sonar desde quién sabe qué rincón de la habitación. Esa debe ser Sam llamando. 

—Mi teléfono, ¿lo has visto? —pregunto. 

Yo invito (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora