|CAPÍTULO 25|

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|TRAIDORA|

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Touka apareció corriendo por la esquina del edificio de la izquierda justo como él había premeditado.

   Llevaba esperando de pie en los cables de la torre eléctrica por lo menos una hora desde que decidió a qué lugar iría la tonta de su hermana mayor antes de enfrentarse a la realidad. Para su sorpresa, le llevó más tiempo suponerlo que ir al lugar y esconderse entre las sombras de la noche. 

   Al principio pensó que iría a alguna zona importante como ella, como la academia a la que asistían ella y su compañera humana, o a la biblioteca donde echaba las tardes estudiando para los ridículos exámenes de acceso a la universidad; sabía que iba a ir a la Universidad Kamii porque hablaba demasiado alto mientras regresaba a casa con su compañera humana, una chica de pelo anaranjado y cara de pan.

   Lo que no se le pasó por la cabeza en ningún momento es que iría a ver en primera persona como Anteiku ardía consumido por las llamas. Ayato había estado observando desde el principio, cuando Yomo apareció con un tanque de gasolina y rodeó todo Anteiku con el líquido aceitoso, hasta el final, donde la cerilla prendió la mecha y el fuego comenzó a consumir el edificio. Con el jaleo de la zona en cuarentena, supuso, a nadie le sería extraño ver un edificio arder. «Los desgraciados son listos», pensó.

   No fue hasta que el techo empezó a romperse que su hermana apareció por la esquina izquierda de otro edificio y se dejó ver en la pequeña plaza del parque.

   A Ayato no se le hizo difícil pasar desapercibida entre las sombras, pues su trabajo y vestimenta eran adecuados para el tipo de misiones que terminaba haciendo sin darse cuenta. Primero vigilar a una mocosa y luego controlar un incendio. ¿Qué sería lo siguiente, desenterrar un muerto? Evitó pensar en eso. El médico humano con el que se juntaba sus jefes daba demasiado miedo pese a la gran facilidad que sería de matar. Solo esperaba que no fuera una pérdida de tiempo tenerlo entre ellos. Más que nada, porque entonces tendría que soportar los gritos de Eto por toda la Base y a Tatara enfurruñado durante semanas. Cuando se enfadaban, lo hacían a lo grande.

   Su hermana apenas se movía cuando descubrió el incendio. Sus pies se quedaron estáticos en medio del lugar, lo que le obligó a pensar que estaba sufriendo un ataque de nervios. ¿Iba a morir de una forma tan ridícula después de todo lo que había vivido? La desgraciada tenía una gran idea de lo que era un drama, ¿eh? Pese a que su hogar se estaba quemando, se llevó una gran sorpresa cuando la vio correr hacia delante. Ayato se irguió hacia delante y se guardó las manos en los bolsillos. Las tenía congeladas pese a haber comido una gran cantidad de carne antes de salir. Besuquearse no estaba dentro de sus planes, pero de algo tenía que servir si por lo menos comenzaba a sentir la sangre bombeando en sus falanges. Un rubor se le extendió por las mejillas al recordar el momento. «Sí, de algo sirve, definitivamente», se recordó.

   En cierto momento de la carrera tuvo que recurrir a su Kagune para que esa idiota no saliera lastimada en el intento. El techo, como era normal en un incendió, comenzó a desmoronarse y sus plumas cristalizadas evitaron un accidente. Touka se quedó tan sorprendida por el acto que no pudo evitar alzar la cabeza cuando vio su munición clavada en el metal, en horizontal a ella. Apenas tuvo que moverse. Tenía un hueco en Aogiri por ser bueno en algo importante y de vital importancia, por lo que fallar en una misión tan absurda como aquella era demasiado complicado... ¿no?

   Touka no tardó mucho en volver a salir corriendo calle abajo. Ayato la miró sin mucho interés en el asunto, más el de su seguridad.

She's Weak -[Ayato Kirshima] [TOKYO GHOUL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora