|CAPÍTULO 15|

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|FAVORES|

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–¿Hasta cuándo vas a estar ahí? –dice, captando mi atención–. Molestas, y lo sabes.

Claro que lo sé, pienso.

   Debe de ser la sexta vez que lo repite, por lo menos. Y no lo soporto. Me da igual que sea el hermano de Touka, que sea alguien importante en el Aogiri, o yo qué sé... No soporto su actitud tosca conmigo. En ningún momento lo he amenazado, golpeado (a excepción de la última vez que nos vimos en la calle) o hablado mal. De hecho, creo que he sido la persona más considerada que ha conocido al haberlo dejado entrar en casa y curarlo, en vez de haberme chivado a las personas que lo debían de estar persiguiendo por mucho que lo odiase. Me debe un gracias, y algún día lo conseguiré. Aunque sea lo último que haga a su lado.

–Esta es mi casa –respondo, apartando la mirada del libro y viéndolo. Tiene el pelo empapado y el ceño fruncido. Debe de estar furioso conmigo–, así que puedo hacer lo que quiera. Creo recordar que me dijiste algo parecido una vez.

–Nunca te lo dije –niega, apartando la cabeza de un movimiento.

–Ya.

   Alzo las piernas de la silla y me levanto de un ágil movimiento. La espalda me cruje, y las rodillas también. Me duelen tanto los huesos que parece que un coche me ha llevado por delante pensando que era un gato. Dejo el libro en el escritorio del cuarto y cierro la puerta de mi habitación, en caso de que se le ocurra fisgonear lo que hay en los armarios, cajones y cajas. Solo por si acaso.

   Detengo mis pasos en frente del sofá, observando como se ha tapado el rostro con el antebrazo y su respiración se tranquiliza. Para ser un ejecutivo mandón y repelente, su cuerpo no es que esté del todo mal. Las mejillas se me sonrojan cuando veo las marcas del ejercicio físico por encima del cinturón, y los escasos pero notables abdominales en su vientre. Sus brazos tampoco están nada mal. Se nota que utiliza más los brazos que otras partes del cuerpo. Mi mente divaga en un intento de adivinar en qué trabaja tanto. Y un par de ideas se me vienen a la cabeza, pero la más notoria es la última que aparece en mis pensamientos.

Esta vez, quien aparta la cabeza soy yo. ¿Qué debía de esperar de un chico atractivo y violento?

   Suspiro, entre resentida y agotada mentalmente. Este chico puede más con mi paciencia que su hermana. Puede que, después de todo, la leyenda de que es mejor tener una chica que un chico sea cierta. Aliso las líneas perfectas de mi falda escolar y me siento a su lado, aún a sabiendas que me puede tirar al suelo de una patada en la espalda o un solo golpe, Sin embargo, y para mi sorpresa, solo gruñe adolorido cuando compruebo el estado de su herida vendada; y no cuando lo toco. Cualquiera pensaría que le estoy metiendo mano. Pero como estamos solos (y tampoco es que me apetezca violar al hermano de mi mejor amiga) puedo tomarme la libertad de hacer eso sin que nadie después me de una mirada recriminatoria por lo que acabo de hacer.

Ayato gruñe.

–Estás helada.

Pongo los ojos en blanco.

–Lo siento.

   Aparto la venda con cuidado de no hacerle daño, ni de que mis congeladas manos hagan roce con su ardiente piel. Exhalo por la boca cuando veo que se está cerrando a una velocidad que, dentro de lo que cabe, se parece a la Touka en situaciones normales. Sonrío para mis adentros volviendo a colocar la venda y la gasa en su lugar, repitiendo la misma acción de antes. Sin querer, y cuando estoy a punto de apartar mano, un golpe en la ventana me sorprende tanto que doy un brinco en el asiento. Las puntas de mis dedos rozan la piel de alrededor estremeciendo el cuerpo de Ayato. Este suelta un gruñido leve, como si no le hubiera hecho daño. Pero ambos sabemos que se lo he hecho sin la más mínima intención.

She's Weak -[Ayato Kirshima] [TOKYO GHOUL]Where stories live. Discover now