|CAPÍTULO 9|

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|MAL|

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La primera vez que vi la nieve fue cuando tenía cinco años.

   Hacía mucho tiempo que no ocurría una tormenta tan duradera y fuerte como la de aquella semana, según las noticias. Después de suplicarle una y otra vez a mi madre para que me dejara salir a pesar de lo sospechoso que fuera ver a un «humano» bajo aquella gran capa de nieve, me dijo que saldríamos los tres nada más el temporal se calmara. Ella, mi padre y yo. Los tres juntos como en los viejos tiempos. Cuando salimos no recuerdo nada más que un muñeco de nieve decorado con mis propias manoplas y unos palos rotos a modo de brazos; tampoco recuerdo de dónde saqué las piedras con las que hice los ojos, la boca y los deformes botones. Aún, si me concentro mucho en ese momento, puedo notar el frío recorrer mis dedos hasta las puntas. También puedo recordar la figura de dos hombres detrás de ella hablando, cubiertos de blanco por la nevada que caía. La risa de mi familia inundando el ambiente. Es como un reflejo, así como cuando un alumnos responde a la pregunta de un profesor, el querer sentir aquello nada más siento que estoy extresada.

   Miro al cielo como si él tuviera las respuesta a todas mis preguntas. Y ojalá fuera así. Lo único que mis ojos alcanzan a ver es una espesa y larga manta negra de terciopelo donde varios puntos blancos centellean y captan mi atención. En cierta parte, no es como si quisiera que una una capa me resuelva la vida, pero sí que por lo menos haga que mi vida no empeore más de lo que ya está. Después de todo, las personas somos tan débiles que debemos de hacer uso de nuestras últimas armas para defendernos. En mi caso, yo ya las utilicé todas en un momento de vida... Y no funcionaron. Mis padres siguen locos por la India y ni siquiera sé si están vivos o los mataron ya hace tiempo. De todas formas, prefiero no saberlo. Porque si llegase a suceder lo más probable es que me afectaría de alguna manera.

Y no creo que sea capaz de soportarlo.

   Salgo de la azotea descubierta bajando por unas escaleras más o menos seguras que se hayan oxidadas por las constantes lluvias de la zona. Mientras camino recuerdo las palabras de Eto hace ya un día: «¿Tú cuanto durarás, Ruby?»

   Yo también quiero saber cuánto voy a durar aquí. ¿Un mes? Ya me sorprende que haya salido ilesa –dentro de lo que cabe– durante una semana entera. Si no fuera por Ayato, ahora mismo estaría en mi casa hablando con Touka sobre cómo sacar a Kaneki de aquí. Un momento... ¿no iban a actuar hace días? ¿Dónde están, entonces? Igual solo era una mentira. Al Gerente no debe de importarle nadie más que... ¡Ya vale! ¿Pero qué estoy diciendo? El Gerente es la única persona decente en la que puedo buscar algo de esperanza. Vendrán. Aunque tarden, sé que vendrán.

   «–Estaré en tu cuarto nada más haya terminado mi trabajo con Yamori», me había dicho Lyon hacía una pocas horas. Al parecer, Yamori tiene un nuevo juguete con el que entretenerse y no deja a la subordinados encargarse de otra cosa que no son sus fetiches. Rezo porque no sean ninguno de mis nuevos compañeros. Ya lleva amputados más de cien dedos, según él.

   Cuando estoy a punto de pasar el umbral de la puerta, algo sólido toca mi nuca obligándome a caer. No tardo mucho en desmayarme. Lo último que veo es una máscara blanca cubierta de sangre por la parte de la mandíbula. Entonces, mis ojos se cierran y no se abren.

Recobro la consciencia cuando noto que algo me roza la mejilla.

   Un dolor punzante me recorre la nuca. Es la primera que recibo un golpe como estos en una zona tan sensible y mortal, así como con esa fuerza. Para un Ghoul, mantenerse alimentado constantemente es lo que le permite superar a los humanos en cuanto a regeneración, velocidad, fuerza y resistencia a objetos como cuchillos. Nuestra piel es capaz de doblar la parte metálica de un cuchillo al contacto. No sé cómo funciona con los humanos, pero sé que no tienen lo mismo que nosotros en ningún balance. Bueno, a excepción de fuerza. Hay algún que otros investigador que podría sorprenderte caminando por la calle y vencerte a base de puñetazos cuando estás en una situación tan lamentable como la mía. Debe de ser la primera vez que asumo lo débil que soy por no mantener una alimentación adecuada a mi raza. Incluso me dan ganas de echarme a reír.

She's Weak -[Ayato Kirshima] [TOKYO GHOUL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora