|CAPÍTULO 19|

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|VENTANA|

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Si hay algo que odio del Distrito 4, son los gritos que revotan en los callejones hasta las ventanas de los apartamentos más cercanos. Es realmente frustrante tener que dormir de esa manera; si es que puedes, claro.

   Cuando llegué (hace poco menos de unas horas) todo estaba igual que lo recordaba. Las paredes blancas e intactas de mi habitación, los muebles negros y marrones de la casa, el extraño olor a rosas a lo largo de los pasillos... Realmente no sé cómo puede oler así. No me puedo imaginar a Uta pasando la aspiradora por toda la casa y echando perfume de mujer para las visitas. Es algo que me causa risa y, por otro lado, me revuelve el estómago.

   Viendo como las sombras se deslizan por las paredes de mi habitación, me permito el lujo de observar lo que era mi habitación hace unos pocos años. Paredes blancas casi desnudas de no ser por las pegatinas que Itori me regalaba cuando era una niña, muebles de madera a juego con el suelo y un ancho espacio que faltaría por decorar. Supongo que este tiempo podré hacerlo. Comprendo la decisión que el Gerente ha tomado para sacarnos de allí, pero no lo precipitada que ha sido. Touka y yo no hemos acabado la secundaria y ya nos separan; sabe Dios en qué Distrito estará ella ahora. Se me había olvidado preguntarles. A ella y a Hinami. En unos días podré hacerlo, me digo, puesto que nos veremos en el Instituto y supongo, espero, que seguiremos saliendo juntas a pesar de las distancias. 

   Sin embargo, y volviendo a lo anterior, si le preguntase a Uta lo único que llevaría como respuesta sería un largo silencio y luego un sencillo «algún día te lo contaré». Y no creo que los demás quieran una mosca adolescente rondando a su lado con la misma pregunta en la boca siempre que nos veamos.

   Entre tanto pensamiento y dudas existenciales, mis ojos captan un pequeño brillo verdoso reflejado en la pared de en enfrente. Me incorporo lentamente, buscando su origen. Noto un sabor amargo en la boca cuando caigo en que procede del móvil. Hinami debe de haber cambiado el color cuando yo no estaba mirando. Pero, ¿cuándo? Hace días que no se lo dejo. Y no me entra en la cabeza que me lo haya podido robar cuando no estaba mirando. Salgo de la cama con el pantalón del pijama arrugado y la chaqueta de estar por casa revuelta. He dado tantas vueltas en la cama que casi me sorprende no ver ningún agujero en ella. Aparto la chaqueta de calle, tirándola sobre lo más cercano que tengo a mano -una silla de escritorio- y cojo el móvil en las manos.

ACÉRCATE A LA VENTANA.

   Suelto el móvil casi de golpe, obligándolo a caer con la pantalla sobre la mesa. Realmente no temo que se haya roto. Necesitaba uno nuevo, después de todo. Compruebo una y otra vez el mensaje, y luego su remitente. «DESCONOCIDO». Esto podría ser perfectamente una película de terror. Y yo sólo ruego a que la protagonista salga con vida de esta. Abro la ventana incluso sabiendo lo que podría pasar; un asesinato, una broma o un accidente. Rezo por lo segundo. Saco la cabeza por ella, y miro hacia todos lados comprobando si el mensaje tiene su pizca de verdad. «Un accidente», me digo. Un mensaje enviado a la persona equivocada. Ha debido de ser un error; seguro que es eso . 

   Sólo cuando estoy a punto de irme a la cama de nuevo, congelada por el aire gélido del invierno y las mejillas seguramente sonrojadas por el frío, segura de que cerrando las cortinas mis miedos se convertirán en un simple susurro, un ruido a mi lado me sobresalta.

   Una sombra se cierne sobre mi con una asombrosa agilidad y sigilo que incluso a mí consigue sorprenderme, e incluso que no me de cuenta de que está ahí hasta el último momento. Cuando giro la cabeza, lo único que veo es el letrero brillante que transmite las noticias desde el Distrito capital por los otros que lo rodean. Pero no está solo. Lo que llegué a pensar que era algún animal, véase un gato callejero como ejemplo, es la silueta de una persona sentada en la escalera de incendios, pero eso no es lo peor. Sus piernas cuelgan peligrosamente de la barandilla, pero eso no es lo peor. Está tan tieso en esa postura que casi parece uno de los maniquíes de Uta, pero eso no es lo peor. Creo que incluso hubiera sido mejor ver uno de esos aquí fuera que a esa persona. 

She's Weak -[Ayato Kirshima] [TOKYO GHOUL]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora