treinta y uno

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Zayn considera este el día más raro de sus últimos meses. Desde que Liam se adentró en su vida se acostumbró demasiado a tenerlo cerca siempre. O casi siempre.

Y ese día, Zayn no había sabido nada del castaño. No visita, no mensajes, no llamadas. Nada.

Estaba tan concentrado en sus pensamientos y jugueteando con una pelota antiestrés que se sobresalta cuando escucha sonar el timbre. Frunciendo el ceño, se pone de pie y se dirige a abrir la puerta sin antes ver de quién se trataba.

Espera encontrarse con cualquier persona, en serio, pero la última que esperaba ver del otro lado de la puerta luego de tocar el timbre es a Liam. Porque, ¿hace cuánto Zayn lucha con Liam por mantener un poco de su privacidad? Él realmente no recuerda la última vez que Liam golpeó la puerta o tocó el timbre.

Así que no puede contener la pequeña risa irónica que se escapa de sus labios. —¿Tú tocando el timbre? ¿Es el día del juicio final? —dice burlón, ganándose un resoplido del castaño.

Sólo entonces Zayn se permite observar a Liam, entrecerrando sus ojos con confusión al verlo vestido formalmente. Un traje negro ajustado adecuadamente y los zapatos brillantes. La colonia de Liam sintiéndose más que de costumbre.

—¿De dónde vienes? —pregunta, intentando no sonar molesto porque, ¿Liam estuvo con alguien más todo el día y por eso lo ignoró?

Liam no contesta, en cambio aparta a Zayn y se hace camino hacia dentro. Una vez que se acomoda correctamente en el sofá de un solo cuerpo, cruza las piernas y extiende sus brazos en el apoyabrazos, mirando directamente hacia Zayn.

—La pregunta correcta es a donde voy. —hace una pausa ligera y luego se corrige. —Vamos. Ve a bañarte. Ponte algo formal.

—¿Qué? —Zayn está de pie a unos pasos de la puerta, arrugando la nariz y frunciendo el ceño.

Liam rueda los ojos y suspira exageradamente. —Ve a ducharte. Vístete y salgamos. En el camino te explico.

Zayn se planta y cruza los brazos sobre su pecho, tomando una posición completamente infantil. —No haré nada hasta que me digas qué harás conmigo. ¿Me vas a vender a la mafia o algo?

—¿Qué? No. No seas ridículo, Zayn. Hazme caso y ve, por favor.

Liam está poniendo sus ojos de cachorrito y sus labios en un puchero y Zayn termina cediendo. ¿Por qué tenía que ser tan débil ante Liam?

Una hora más tarde, Liam está dirgiéndolos hacia sólo Dios sabe dónde, Zayn está inquieto y los nervios hacen que las palmas de sus manos suden. Respira hondo para calmarse e intenta averiguar qué carajos tiene en mente Liam.

—¿Todavía no me dirás a dónde vamos?

Liam apenas lo mira de reojo, su mirada anclada al frente. —Tú y yo vamos a cenar. —dice, finalmente.

Aquello confunde aún más a Zayn. —¿Entonces por qué tanta formalidad? ¿Cenaremos con la reina o el ministro?

Liam ríe entredientes mirándolo brevemente mientras se detienen en un semáforo en rojo. Le sonríe antes de decir; —Nope, tú y yo solos. En una cita. —le guiña un ojo y vuelve su mirada al frente y avanzando por la avenida.

Oh, joder.

Zayn está sorprendido en su asiento, todavía mirando hacia Liam. Sus nervios ahora tienen razón de ser y se pone todavía más inquieto. El pensamiento de que será una larga y vergonzosa noche no lo abandona en ningún momento desde entonces.

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