—Pero yo sí.

—¿Estás tomando pastillas? —me alejé aún más para verle la cara completa. Soltó una ruidosa carcajada, negó con la cabeza y plantó un sonoro beso sobre mis labios.

—Yo me voy a cuidar por ambos, Melissa... —susurró en mi oído, para luego deslizar sus labios por el contorno de mi cuello hasta mi clavícula.


Metió una de sus manos al bolsillo izquierdo de su pantalón de trabajo y sacó un sobre cuadrado metálico. Un preservativo. Alzó sus cejas, como pidiéndome el consentimiento para pasar a la siguiente fase, y aunque lo dudé un poco, obviamente acepté. Woah, Melissa, ya serían dos con Niall Horan. Qué descontrolada.

Lo siguiente ocurrió bastante rápido. Niall se deshizo de mi camiseta negra con un simple jalón y la tiró en el suelo. Quitó la suya rápidamente y juntó nuestros torsos, lo que me hizo dar cuenta de lo diferentes que eran nuestras temperaturas corporales. El pálido pecho de Horan estaba caliente (aunque eso era deducible gracias a... Su pantalón) y el mío bastante frío gracias al miedo. Desató lentamente mi brassier y me contempló unos segundos mordiéndose el labio.


—Me tienes loco, ¿Sabes?


Calor. Calor, calor, calor, calor. Eso era lo que sentían mis mejillas.

De un momento a otro sentí sus manos bajo mis glúteos y luego una presión en estos. Me levantó unos segundos en el aire y rápidamente hizo que me sentase sobre su escritorio; sus hábiles manos una vez más hicieron de las suyas y bajaron mis calzas negras por mis piernas, con tal desesperación que hizo que me pusiera más nerviosa aún.


—¿Por qué estás tan nerviosa? —preguntó, acariciando mis muslos con sus nudillos.

—Estamos en el trabajo, Niall. ¿Acaso no te importa?

—En estricto rigor, estamos en el horario de almuerzo. —sonrió. Se acercó a mi boca y susurró contra mis labios—: Y pretendo hacer que tú seas mi almuerzo.


Dios mío. No. Niall. ¿Qué? Dios.

Lo siguiente que hizo eco en esa oficina fue el sonido del envoltorio metálico cuando Niall lo rasgó con sus perfectos dientes y luego cuando acomodó el preservativo en... Bueno, en Él mismo.

Yo... »


El sonido de la puerta me trajo de nuevo al mundo real. Mierda. Antes del recuerdo podía jurar que hacía un frío horrendo, ahora sólo sentía un calor de mil demonios. Miré desesperada hacia todas partes esperando no encontrar algún espía que me hubiese estado mirando cuando recordaba cosas eróticas. La puerta sonó otra vez, lo que me hizo reaccionar.

Salté de la cama, no sin antes tomar un moño para amarrar mi cabello en una cola alta. Me miré rápidamente la cara en un espejo compacto que tenía en mi mesa de noche, y cuando comprobé que estaba 'decente', corrí hacia la entrada y abrí la puerta.


—¡Hola, Mel! —gritaron fuertemente Olive y Layla. Ésta última alzó las cejas con diversión y apretó sus labios.

—Hola, chicas —sonreí gratamente haciéndome a un lado para que entrasen—. ¿Qué las trae por acá?

—¿Por qué preguntas eso? —indagó Olive, sentándose en el sofá—. ¿Acaso interrumpimos algo?

Eᴊᴇʀᴄᴇ ᴇʟ ᴄᴏɴᴛʀᴏʟ sᴏʙʀᴇ ᴍí || Z.MWhere stories live. Discover now