Eᴊᴇʀᴄᴇ ᴇʟ ᴄᴏɴᴛʀᴏʟ sᴏʙʀᴇ ᴍí || Z.M

Capítulo » 6

¡Espero que estén disfrutando! :D. 

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Melissa's POV.

En cosa de un abrir y cerrar de ojos toda la gente que hace diez minutos estaba sentada mirando hacia el escenario, desapareció, yéndose hacia diferentes lugares. Algunos salieron por la gran puerta de entrada, otros se metieron en los ascensores o subieron a pie por las escaleras y los demás metieron sus cabezas dentro de unas amplias oficinas con paredes de cristal. Muy bonitas.

Giré mi cabeza para mirar a mi tutora, Dinah, y me la encontré viéndome con el ceño fruncido. También lo fruncí y esperé para notar alguna nueva expresión en su cara, pero simplemente alzó las cejas con autosuficiencia. Se aclaró la garganta y acomodó su cabello por sobre toda su espalda.

—La primera actividad que debemos hacer es... —sacó un trozo de papel que guardaba en el bolsillo trasero de sus pantalones de trabajo, lo abrió y lo miró poniendo cara de asco—: ... Conocer las instalaciones y hablar de nosotras.

—Uff, suena tan divertido —respondí poniendo mi mejor sonrisa falsa.

—No te hagas la simpática, Hetfield. A mí tampoco me agrada mucho pasar tiempo contigo.

—Perfecto, entonces coincidimos en algo.

En ese minuto recordé que no me había fijado hacia dónde había ido Niall, por lo que no tenía idea del paradero de mi bolso. Maldición.

—¡Hetfield, he dicho que camines! —gritó Dinah. ¿Era mi idea o estaba tomándose más derecho sobre mí del que le correspondía? La observé por escasos segundos y comencé a seguirla por un pasillo—. Bien, aquí están las oficinas de los directivos del FBI, el director, sub-director, la coordinadora de actividades, el jefe de recursos humanos... —la corté.

—Sé a quienes se les dice 'directivos' —hice comillas con mis manos—. En cualquier institución de prestigio existen los mismos cargos.

—¿A cuál institución de prestigio te estás refiriendo? —se dio vuelta para mirarme y alzó una ceja. Inflé mi pecho con orgullo y respondí:

—A la Policía de Nueva York, claro.

Se quedó un instante inmóvil y comenzó a morder sus labios, luego las comisuras de su boca empezaron a levantarse burlonamente, hasta que una gran carcajada salió de lo más profundo de su garganta.

—¿He dicho un chiste, tal vez? —pregunté, cruzándome de brazos.

—Si crees que puedes comparar a la Policía de Nueva York y sus empleados con el FBI y los nuestros, estás completamente equivocada, Hetfield —se secó una lágrima que le había salido gracias a su carcajada y siguió caminando.

¡Que perra más grande! Olive se había quedado corta a diferencia de ésta.

Dinah Bouvier pasó toda la maldita mañana enseñándome cada rincón del edificio. Podía decir con seguridad que cada cinco minutos lanzaba una mala broma acerca de la Policía de Nueva York, y juro que si éste no hubiese sido mi primer día como interna, le habría propinado un gran puñetazo en su perfecta nariz operada para que dejara de hablar como si ella fuese la reina.