Capítulo » 5

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Finalmente calcé mis zapatos negros tipo militar y estuve lista para mi primer día dentro de las instalaciones del FBI. La carta que me había entregado Louis ayer decía, explícitamente, que todos los internos debíamos asistir completamente de negro, para así diferenciar alguna mierda que no había logrado entender... Y bueno, yo solo hice caso.

Me senté en el sofá esperando que Olive estacionase su Audi TTS Coupé en las afueras de mi edificio, pero ésta no llegaba. Comencé a mover mis piernas en señal de desesperación; odiaba llegar tarde a mis citas importantes. Mis manos comenzaron a sudar y suspiré profundamente varias veces. Era hora de llamarla.

Sonó el pito unas dos veces, hasta que por fin atendió.


"¿Dónde vienes?" pregunté.

"¿Uhm...?" sonaba adormilada. "¿Quién eres?"

"Soy Melissa" gruñí entre dientes. Pasé una mano por toda mi cara y cerré mis ojos. "¿Lo olvidaste?"

"¿Olvidar qué?" hizo un silencio infernal y luego un leve gemido de sorpresa me indició que por fin lo había recordado todo. "Melissa, perdón, perdón, perdón, ¡Lo siento mucho!" gritó, por lo que tuve que alejar el auricular de mi oreja. "Dame cinco minutos, me vestiré rápidam..."

"No." la corté. "Has hecho suficiente, nos vemos."


Estúpida perra de mierda, ¡Ya eran las ocho en punto! Odiaba llegar tarde, lo odiaba casi tanto como odiaba que algo no estuviera en orden (y eso era bastante).

Tomé el gran bolso que la policía de Nueva York me había regalado en mi primer día de trabajo y me cercioré de haber metido ropa de cambio, champú, acondicionador... Bueno, todas mis cosas de aseo personal. Cuando hube recolectado todo, salí echa un rayo de mi apartamento, le puse seguro y bajé las escaleras.

Al estar en la calle miré hacia ambos lados buscando algún taxi, pero para mí mala suerte, todos ellos pasaban frente a mí llenos de gente. ¿Por qué siempre todo estaba en mi contra cuando más necesitaba la ayuda del destino? Puta mierda.

Como no me quedaba otra alternativa, comencé a correr hacia el centro de la ciudad en búsqueda de más locomoción colectiva y además, suerte. Gracias a Dios no era una mala corredora, por lo que en cosa de sólo cinco minutos había logrado avanzar diez cuadras... Nada mal para no practicar día a día.

Estaba atravesando la calle principal, ya que la parada de taxis estaba en frente, cuando escuché la bocina de un auto.

Miré furiosamente al conductor, quien me había hecho saltar del susto.


—¿¡No estás viendo que está en verde para los peatones, imbécil!? —le grité. Suerte que no estaba vestida de oficial.

—¡Perdón, se me pasó! —exclamó Él desde el interior de su vehículo.

—¿Se te pasó? —respondí riendo irónicamente. Sí, el llegar tarde a algo me ponía sarcástica y nerviosa—. ¿Si me hubieras atropellado eso le dirías al juez? 'Disculpe, se me pasó' —imité la voz de un chico haciéndolo reír.


Lo fulminé con la mirada varios segundos más y luego negué con la cabeza. No tenía tiempo de discutir con imbéciles.

Seguí corriendo hacia la parada, y fue ahí cuando me di cuenta que el chico del auto comenzó a avanzar a mi ritmo. ¿Era en serio? ¿Se estaba burlando de mí? Bajó la ventanilla de su auto último modelo de oh-soy-un-millonario y me sonrió antes de hablar.

Eᴊᴇʀᴄᴇ ᴇʟ ᴄᴏɴᴛʀᴏʟ sᴏʙʀᴇ ᴍí || Z.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora