VINGTIÈME SIX

2.4K 237 198
                                    

*la música del acto de Louis es la de multimedia*

__

Cuando uno se encuentra a si mismo enredado en los curiosos hilos del amor, se expone a muchas cosas. Algunos coincidirán en que lo más peligroso que puede pasarnos es tener el corazón roto al final del viaje.

Ya sabes, amor no correspondido, infidelidad, expectativas rotas.

Para ser honestos, la gente idolatra demasiado al desamor. Tal vez, porque se trata de la excusa perfecta para dejar ver todo ese sentimiento que nos han enseñado a reprimir, o porque las canciones tristes parecen adquirir una intensidad que antes no estaba allí.

Para Louis, la cosa más horrenda a la que uno se expone al querer a alguien por encima de simple amistad, son los celos.


Si, son peor que un corazón roto, en sus ojos. ¿Por qué? Es sencillo: El desamor es una decepción, una simple tristeza por no obtener lo que querías durante el tiempo que deseabas.

¿Pero los celos? Los celos eran una rabia que no descansaba nunca. No podías calmarla, porque te arriesgabas a exponer tus sentimientos. Y no podías confrontarla, porque no tenías ningún derecho a sentir siquiera esos celos. Las personas no nos pertenecen. Sin embargo, el hecho de tenerlas lejos de nosotros sin algún tipo de atadura emocional nos volvía inseguros con cualquiera que se acercara.

Louis se encontraba a si mismo sintiendo esa profunda rabia interna. Su estómago ardía como si hubiese tratado de digerir una bola de fuego y sus dientes escarbaban en la tierna carne de sus labios. Todo por Harry.

Harry, quién múltiples veces había provisto la situación perfecta para ser honesto con sus sentimientos. Harry, que no tenia ni idea que todo esa molestia se había convertido en deseo.

Harry, que estaba muy manitas con el idiota de Rupert.

Rupert, el compañero de clase de Louis que tanto lo odia y que Miss Greta había asignado como compañero de Harry.


Louis había tenido semanas interesantes luego de la fiesta. Había hecho indirectamente las pases con Harry. De alguna u otra manera, aquella etapa en la que Louis rodaba los ojos hasta la nuca cada que Harry respiraba, se habían terminado. Ahora, una cosa muy parecida a la amistad se asentaba entre ambos.

Pero Louis no quería eso. No quería ser amigo del menor. Él quería tomarle la cara y darle muchos besos sobre las pecas. Lo cual es bastante exhaustivo de admitir para alguien que no disfruta sentir cosas más emocionantes que un estornudo. Admitirse en voz alta dentro de su subconsciente era de por si humillante.

Elizabeth mantenía sus ojos azules encima suyo en cada oportunidad que tenía, no queriendo perderse de ningún detalle antes de ir y chismearle a Stan. Sus amigos habían pasado a un segundo plano, a pesar de querer evitarlo.


Con toda la conmoción de Stan fracturándose y perdiendo la beca de futbol, el pelinegro se había encerrado en su propio mundo y había cerrado la puerta en las narices de Louis y Elizabeth. Sin embargo, no existía persona más testaruda que la ojiazul. Harry a veces le daba competencia, pero en estos momentos, la chica hacia mil cosas y más para abrirse paso en la vida de Stan.

A veces funcionaba, a veces no tanto.

Elizabeth sabia que seria un proceso lento. Sabía que Stan estaba devastado por perder lo único que le permitía pagarse las clases en la academia, además del trauma de saber que nunca podría jugar de nuevo. A pesar de todo, trataba de estar para él.

𝙿𝚘𝚒𝚗𝚝𝚕𝚎𝚜𝚜 | Libro #1| Larry StylinsonWhere stories live. Discover now